Ñemboja digital Módulo 2 - Semana 6

3. UN VENENOSO LEGADO DE LA GUERRA FRÍA: EL PLUTONIO

De 1950 a 1990, el Departamento de Energía de Estados Unidos produjo un promedio de cuatro bombas nucleares al día en fábricas construidas a toda prisa, y con escasas medidas de protección medioambiental, que dejaron un gran legado de residuos radiactivos tóxicos.

En el estado de Washington, los ingenieros enviados a limpiar el desastre tras la Guerra Fría descubrieron 54 millones de galones de lodo altamente radiactivo procedente de la producción del plutonio de las bombas atómicas estadounidenses, incluida la que fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Nagasaki en 1945.

El plutonio es un elemento químico cuyo isótopo -239 se forma cuando un átomo de uranio-238 captura un neutrón, y pasa a ser uranio-239; luego sufre una desintegración beta (emite una partícula) y se convierte en neptunio-239, y este sufre otra desintegración beta y queda por fin en plutonio-239. Esta reacción en cadena tiene lugar en reactores nucleares, y da como resultado un elemento peligroso y delicado.

El plutonio tiene una vida muy larga (más de 24.000 años) y tiene la capacidad, si es golpeado, de liberar enormes cantidades de energía en muy poco tiempo. De hecho, la bomba que Estados Unidos detonó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki a finales de la Segunda Guerra Mundial tenía un núcleo de plutonio-239. 

Sin embargo, aparte de su capacidad explosiva, el plutonio-239 no es demasiado útil, de forma que darle otros usos no es posible sin procesarlo de alguna forma primero, y esto tampoco es sencillo. A diferencia del uranio enriquecido, no hay un proceso simple y sencillo que aplicar al plutonio para que no se pueda utilizar en armamento.

En el año 2000, después de meses de negociaciones, Estados Unidos y Rusia firmaron por fin un acuerdo para reducir sus almacenes de plutonio preparado para utilizarse como armamento nuclear, un elemento peligroso y delicado que, decía el tratado, ya no era necesario como elemento defensivo. Según lo firmado, cada uno de ellos se comprometía a deshacerse de 34 toneladas métricas de plutonio, suficiente para fabricar 17.000 armas nucleares. Sin embargo, años más tarde, en el 2016, ese plutonio volvía a convertirse en un problema. A causa de las tensiones entre los dos países por la situación en Siria y Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunciaba la suspensión del acuerdo firmado hace 16 años, alegando acciones poco amistosas por parte de Washington. En esta decisión, en la que los motivos políticos son innegables, hay un importante componente científico.