Ñemboja digital Módulo 2 - Semana 3
3. Todos somos iguales porque somos personas, seres racionales y libres
Todos somos iguales porque somos personas, seres racionales y libres. Todos somos igualmente dignos y este principio se pone de manifiesto en la igualdad ante la ley y en el reconocimiento universal de los derechos. Esto quiere decir que a pesar que nos diferenciemos en las características físicas, las ideas, la cultura y los sentimientos, se nos deben garantizar las mismas oportunidades y condiciones de ejercer plenamente nuestros derechos.
Al mismo tiempo, las diferentes identidades, culturas y condiciones físicas y sociales hacen que la diversidad humana sea una realidad que, además resulta positiva, porque hace que todo el mundo sea variado y rico.
Por ellos, si en la naturaleza concreta prevalece la diferencia y la diversidad, también ocurre lo mismo en las sociedades humanas: son heterogéneas, diversas. Esto lo podemos comprobar en la vida cotidiana: las personas son distintas físicamente pero también lo son en sus capacidades, habilidades o formaciones culturales, ya que los individuos nacen en contextos familiares, económicos, sociales y culturales diferentes. Se afirma una igualdad universal (algo para todas las personas por igual) pero al mismo tiempo en la vida diaria y concreta observamos la diferencia y la diversidad.
Entendemos lo “universal” por aquello que tenemos en común, que es nuestra condición humana. Más allá de nuestras diferencias, todos somos humanos.
Hay una permanente tensión entra la búsqueda de la igualdad y la realidad, o sea, entre lo universal y lo particular.
El respeto de esa diversidad, es la base de la igualdad. Sin embargo, muchas veces esas diferencias se utilizan para discriminar injustamente a las personas. A través de la historia, armonizar la igualdad con lo considerado diverso se ha manifestado en forma de conflictos serios: guerras, persecuciones, injusticias.
En el ideario de las sociedades modernas está la búsqueda de la igualdad, pero las noticias diarias muestran pobreza, injusticia y desigualdad de oportunidades. En este caso las demandas sociales por justicia social cobran relevancia y sentido por su referencia a la igualdad universal, es decir, por su referencia a eso que sí nos iguala que es nuestra condición humana, nuestra dignidad humana. Cuando luchamos por nuestros derechos lo hacemos invocando nuestro derecho a la igualdad y la justicia. La forma de gobierno democrática propicia las condiciones para permitir la búsqueda de consensos y que ese ideal se pueda concretar para todos. Nos acercaremos ahora al tratamiento de las distintas formas de concebir la diversidad y de concebir la igualdad, especialmente cuando lo analizamos desde la perspectiva cultural y de la convivencia. En la actualidad, tanto las normas internacionales, como muchas leyes de diferentes jurisdicciones de nuestro país, intentan corregir las desigualdades, reconocer la diversidad, y cuidar los derechos de todos.
Por ellos, si en la naturaleza concreta prevalece la diferencia y la diversidad, también ocurre lo mismo en las sociedades humanas: son heterogéneas, diversas. Esto lo podemos comprobar en la vida cotidiana: las personas son distintas físicamente pero también lo son en sus capacidades, habilidades o formaciones culturales, ya que los individuos nacen en contextos familiares, económicos, sociales y culturales diferentes. Se afirma una igualdad universal (algo para todas las personas por igual) pero al mismo tiempo en la vida diaria y concreta observamos la diferencia y la diversidad.
Entendemos lo “universal” por aquello que tenemos en común, que es nuestra condición humana. Más allá de nuestras diferencias, todos somos humanos.
Hay una permanente tensión entra la búsqueda de la igualdad y la realidad, o sea, entre lo universal y lo particular.
El respeto de esa diversidad, es la base de la igualdad. Sin embargo, muchas veces esas diferencias se utilizan para discriminar injustamente a las personas. A través de la historia, armonizar la igualdad con lo considerado diverso se ha manifestado en forma de conflictos serios: guerras, persecuciones, injusticias.
En el ideario de las sociedades modernas está la búsqueda de la igualdad, pero las noticias diarias muestran pobreza, injusticia y desigualdad de oportunidades. En este caso las demandas sociales por justicia social cobran relevancia y sentido por su referencia a la igualdad universal, es decir, por su referencia a eso que sí nos iguala que es nuestra condición humana, nuestra dignidad humana. Cuando luchamos por nuestros derechos lo hacemos invocando nuestro derecho a la igualdad y la justicia. La forma de gobierno democrática propicia las condiciones para permitir la búsqueda de consensos y que ese ideal se pueda concretar para todos. Nos acercaremos ahora al tratamiento de las distintas formas de concebir la diversidad y de concebir la igualdad, especialmente cuando lo analizamos desde la perspectiva cultural y de la convivencia. En la actualidad, tanto las normas internacionales, como muchas leyes de diferentes jurisdicciones de nuestro país, intentan corregir las desigualdades, reconocer la diversidad, y cuidar los derechos de todos.