Ñemboja digital Módulo 4 - Semana 10

2. TENSIONES ENTRE EL ESPACIO PÚBLICO Y PRIVADO

Si tuviéramos que pensar en la noción de "espacio público", ¿cuáles son las primeras Imágenes que se nos aparecen? ¿La calle? ¿La plaza? Probablemente estos dos sean lugares que nos remiten, en la Imaginación, al espacio público. Pero, ¿Qué es "lo público"?

La investigadora Nora Rabotnlkoff dice que existen tres sentidos básicos relacionados con "lo público":

■ Lo común y lo general como distinto a lo individual y particular.
■ Lo visible, lo manifiesto en contraposición a lo oculto y secreto.
■ Lo abierto o accesible en tensión con lo cerrado o vedado.
Si unimos los sentidos citados concluimos que los sentidos básicos de lo público refieren a lo común, lo general, lo visible, lo manifiesto, lo abierto y lo accesible. A su vez, la autora menciona que la identidad de quienes ocupan el espacio público se construye a partir de una "Igualdad ciudadana". Es decir, tanto la concepción como los ocupantes del espacio público se organizan en un territorio común, accesible e igualitario. La pregunta que nos vamos a hacer en este espacio es ¿qué transformaciones ha sufrido el espacio público a la luz de los nuevos avances en las tecnologías de la comunicación y la Información?
Nuestra vida cotidiana se organiza en torno a una tensión entre el espacio público y el privado. En la actualidad contamos con la posibilidad de acceder, sentados en una silla en nuestra casa, a diferentes lugares a través de Internet, del teléfono celular, de la radio, de la televisión, de los diarios de todo el mundo que leemos en Internet, por mencionar sólo algunas posibilidades. Podemos, desde esa misma silla, pedir una pizza, una película para ver con amigos o un poco de helado. Pareciera que no necesitamos movernos de nuestras cuatro paredes para interactuar con el "mundo exterior". Si pensamos esta serie de posibilidades, podemos concluir rápidamente "qué buenas que son las posibilidades que nos brinda la tecnología".
Si nos ponemos a analizar un poco más en profundidad las implicancias de estas "posibilidades" vamos a encontrar la necesidad de pensar en la comunicación, la Interacción, el uso de los espacios públicos, la reconfiguración de los espacios privados como únicos espacios en los que estamos cómodos y nos sentimos "nosotros mismos". Pensemos esto: conocemos a alguien a través de Internet; podemos tener múltiples conversaciones, más o menos profundas, con cámara de video, con audio, con chat; en definitiva, la tecnología nos brinda muchas posibilidades si accedemos a ella. Ahora bien, ¿es la misma relación la que se puede mantener a través de la computadora a la que se establece cara a cara?
Gubern (2000) sostiene que, al tener acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, el trabajo y el ocio se modifican de manera importante. Podemos trabajar desde casa estando en pijama, sin nadie que nos mire ni evalúe la cantidad de tiempo que trabajamos. El rendimiento se mide, ahora, por "trabajos entregados" y no por cantidad de horas en el escritorio.
Podemos ver una película sin necesidad de ir al cine. El mundo actual puede llegarnos a través de diferentes dispositivos que nos ponen en contacto, que median entre el afuera y el adentro confortable y seguro. La metáfora de "cueva aterciopelada" es una linda figura para pensar las comodidades de los nuevos tiempos: una cueva confortable, segura, lejos de la hostilidad del mundo exterior, que nos protege. No necesitamos ni queremos salir de ella.

¿Y entonces qué ocurre con el espacio público? El espacio público es percibido como un territorio hostil y ajeno. Es el lugar en el que, quienes no acceden a las comodidades de las tecnologías de la información y la comunicación, pasan su tiempo libre. Ahora bien, ¿es, efectivamente, un espacio hostil y ajeno? Claramente no. El espacio público es aquel que se construye en la interacción de los ciudadanos, las políticas públicas y los roles que se le adjudican a los espacios en sí mismos. Hay, en la actualidad, grupos de sujetos orientados a una vida en el espacio público y otros que se encierran y pasan su cotidianidad entre las paredes de su casa en un barrio cerrado y que interactúan sólo con los que se sienten seguros en ambientes familiares. Lo que queda limitado es el rol del espacio común desde el cual construir una noción de ciudadanía igualitaria, tal como los sentidos "clásicos" del espacio público lo indican.

Para Sergio Caletti, el espacio público permite analizar las huellas de cómo una sociedad o partes de ella se ve a sí misma y el sentido que tiene ese espacio. La comercialización de cuanto se hace visible, la monopolización y los intereses cooperativos amenazan la característica de autonomía de dicho espacio. Si el espacio público es el lugar en el que la sociedad se piensa a sí misma y el territorio en que se manifiestan dichas reflexiones, la cooptación de dicho espacio por parte de empresas con fuertes capitales va a transformar ese espacio en un lugar de consumo. De esa manera, ya no se usa el espacio público para asociarse, disputar o disfrutar con otros, manifestar ante las autoridades. Si las nuevas tecnologías de la información y comunicación han transformado tanto el espacio público como el privado, nos queda reflexionar sobre cuáles son o serán los nuevos espacios en los que la política, en el sentido más cotidiano del término, se va a discutir, expresar y manifestar.

El desafío, entonces, es reponer la característica política de la relación de los ciudadanos con dicho espacio. La calle, los parques y las plazas han sido, tradicionalmente, los espacios en que los colectivos sociales se manifestaban en contra y a veces a favor de situaciones que atravesaba la ciudad, la provincia o el país. La concepción del "afuera" como un espacio hostil, como un territorio lleno de "enemigos", como un lugar "que da miedo", no hace más que replegarnos a nuestras cuevas más o menos aterciopeladas. La consecuencia Inmediata de esta situación es la tendencia al desplazamiento del espacio público en tanto lugar en el que los ciudadanos, como iguales, reclamaban, pensaban, discutían o se manifestaban en función de lo que ocurría a su alrededor. El contacto cara a cara, la discusión a través de argumentos articulados frente a otro, la decisión de disputar situaciones o, simplemente, de ocupar una fracción de dicho espacio no puede, en el sentido que entendemos el espacio público, ser reemplazado por las nuevas tecnologías. Un mensaje de texto o un correo electrónico podrá ser diferente, ni mejor ni peor, pero difícilmente pueda reemplazar lo que implica un contacto con otras personas que quieren también ocupar el espacio público como ciudadanos plenos de derechos.

Esta nueva bisagra tecnológica que existe entre el espacio “público” y lo “privado”, nos vuelve vulnerables a nuevas formas de delinquir que afectan nuestra seguridad y privacidad de una manera distinta. Por ello, es necesario que al adquirir estas nuevas habilidades relacionadas con la tecnología, también aprendamos a prevenir estas formas de delitos digitales, entre ellos, la estafa.