Ñemboja digital Módulo 2 - Semana 11

2. EL ESTADO LIBERAL (FINES DEL SIGLO XVIII HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX)


Como vimos anteriormente, la burguesía naciente admitió el poder absoluto mientras fue adecuado a sus intereses de clase. Pero cuando las medidas de los monarcas comenzaron a chocar con los intereses del mercado, empezaron a cambiar su posición. La monarquía con su participación en las guerras religiosas, su economía mercantilista y su toma de decisiones personalista, empezó a toparse con la burguesía. Esa tensión creciente tornó imprescindible una nueva relación entre el Estado y la sociedad civil.

Aparece como resultado el constitucionalismo, en donde la burguesía ya no se veía obligada a buscar los favores del monarca. Por lo tanto, el poder del Estado empieza a estar controlado por la ley. Este proceso de tensión y conflicto entre el Estado y la burguesía se encuentra enmarcado dentro del pensamiento conocido como liberalismo. Esta ideología, entre otras cuestiones, combatía la idea del origen divino del poder y su concentración en una sola mano, defendía la autonomía de la vida privada, la propiedad privada y la economía de mercado basada en la libre competencia. 

Entre los principios básicos del Estado Liberal está la división de poderes, ya que sólo si existe un Poder Judicial independiente del Poder Ejecutivo, es que se puede garantizar la vigencia de los derechos. 

Con el Estado Liberal hay una nueva relación entre el Estado y la sociedad civil, viéndose esta última, fortalecida. Esta relación sólo fue posible con la llegada del capitalismo. A partir de este nuevo sistema, la pertenencia a un determinado estrato socio-económico no implica una condición jurídica especial, como la que se daba en el Estado Absolutista. Sino que será el Estado nacional la forma jurídica de este tipo de Estado, y el sujeto del mismo, será el ciudadano. 

Es una forma de Estado compatible con el capitalismo, ya que ve a dicho organismo como garante del mercado. La visión clásica de este modelo es la de Adam Smith (1723-1790) quien postuló que el mercado se regulaba sólo, y era a través de la “mano invisible”. El mercado no debía ser estorbado por nada externo a él. También sostenía que la prosperidad económica tiene su base en el egoísmo de las personas, ya que la búsqueda de ellas para satisfacer sus intereses movilizaba las fuerzas de la economía. 

El pensador fundamental de este tipo de Estado es John Locke (1632-1704). Para este teórico lo fundamental es proteger los derechos a la propiedad (vida, bienes y libertad): “El fin, pues, mayor y principal de los hombres que se unen en comunidades políticas y se ponen bajo el gobierno de ellas, es la preservación de su propiedad”.