Ñemboja digital Módulo 1 - Semana 3
6. LA BIODIVERSIDAD EN LA PROVINCIA DE CORRIENTES
No quedan dudas acerca de que el planeta se encuentra atravesando una grave crisis de pérdida de biodiversidad a razón de los profundos cambios ambientales muchas veces irreversibles que, en ocasiones, debido a las actividades de desarrollo del ser humano. Una muestra clara de la gravedad de este proceso es que cada vez hay menos áreas que mantienen su condición natural intacta, es decir, el elenco de hábitats y especies silvestres y los procesos ecológicos que deberían existir si tales cambios drásticos jamás hubiesen ocurrido
En la actualidad, a estas áreas se las denomina Áreas Clave para la Biodiversidad porque incluyen gran parte de un ecosistema en retroceso, son un eslabón en el mantenimiento de la integridad ecológica de una región y/o sustentan poblaciones de especies raras o en peligro crítico. Si finalmente desaparecieran, no podrían ser reemplazadas con facilidad y es por ello por lo que reciben una especial atención del mundo de la conservación. Localizarlas y caracterizarlas detalladamente es, de tal manera, un primer paso esencial en el camino que lleva a protegerlas por medios legales u otros mecanismos efectivos que aseguren su permanencia a perpetuidad.
Pensemos en nuestra provincia, Corrientes, en el noreste de la República Argentina; una región caracterizada por poseer una enorme riqueza natural. Luego de un exhaustivo inventario realizado por investigadores de Aves Argentinas y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con el apoyo de The Nature Conservancy, se realizó un mapeo de la distribución de ciertos grupos de la fauna y flora silvestre que ocurren en las unidades de vegetación reconocidas en el territorio provincial y fueron tomados como indicadores de la riqueza de especies y el valor de conservación a proteger con una visión a escala del paisaje.
En total, se documentaron 19 Áreas Claves para la Biodiversidad en casi 3 millones de hectáreas, lo que equivale al 32 % del territorio provincial. En conjunto, comprenden una amplia variedad de ambientes, desde esteros, pajonales y palmares, hasta bosques y cañadas, en su mayoría sujetos a fuertes presiones para ser convertidos en forestaciones, pasturas para el ganado o lotes agrícolas. Algunos, como los campos y los malezales, afrontan amenazas serias e inminentes y, por lo tanto, requieren medidas urgentes para asegurar una protección aceptable. Los incendios descontrolados acontecidos a principios de 2022 añadieron urgencia a las acciones preventivas para evitar la desaparición de especies que, como el tordo amarillo, dependen de que se mantenga la integridad de las áreas donde se reproducen, se alimentan o encuentran refugio contra predadores.
Vamos a ver dos de esas áreas, destacables por su biodiversidad.
El Parque Nacional Mburucuyá (Parques Nacionales de Argentina, s.f.)
Situado en la ecorregión de los Esteros del Iberá, pero con influencia de las vecinas regiones chaqueña, paranaense y del espinal, el Parque Nacional Mburucuyá posee un mosaico de ambientes naturales y una gran diversidad florística y faunística.
Su clima es subtropical húmedo. La temperatura media anual es de 21°C, con máximas superiores a los 40°C en verano y ocasionales heladas en invierno. Hay unos 1.200 mm anuales de lluvia, con picos en otoño y primavera.
Flora: Llama la atención en este Parque la gran cantidad de lagunas circulares que posee, típicas de esta zona del país, que, junto a esteros y cañadas, constituyen una abundante oferta de ambientes acuáticos. Junto a ellas se presentan hermosos pastizales naturales con palmares de yatay (Butia yatay), representante del espinal, cuya distribución original se ha reducido drásticamente debido a la expansión de la frontera agrícola. El parque además posee mogotes boscosos (isletas de monte en medio del pastizal) con especies paranaenses como el lapacho, el timbó, el laurel o la palmera pindó. Pero también hay bosques chaqueños con quebrachos colorados, chaqueño y blanco, urunday y viraró.
Fauna: Los animales son abundantes y es fácil observarlos incluso a la vera de la ruta. Carpinchos, zorros de monte, corzuelas, yacarés y aguará popé son algunos de los más vistos. Pero en el Parque también viven otros más difíciles de ver y amenazados de extinción como el aguará guazú o el ciervo de los pantanos. Las aves son abundantes, especialmente las propias de ambientes acuáticos. También hay aves de pastizal amenazadas como el yetapá de collar o la monjita dominicana. Entre sus rarezas se destaca la presencia del pez pulmonado Lepidosiren paradoxa, que posee una adaptación muy poco común para un pez: la respiración aérea, que le permite sobrevivir a períodos de sequía. Y como endemismo de la región, la presencia de la ranita de Pedersen (Argenteohyla siemersi pederseni), que habita en los bosques de tipo xerófilo (ambientes secos) del parque.
El Paraje Tres Cerros (CONICET, 2016)
En una publicación de 1855, Amado Bonpland –el célebre naturalista, médico y botánico francés radicado en Argentina-, recomendó visitar los Tres Cerros del pueblo de La Cruz, en Corrientes. “El reino animal es muy extenso, y no se conoce sino de un modo superficial, interesa mucho estudiarlo y hacer una colección completa de él”, escribió. Más de un siglo y medio después, sus observaciones se comprobaron a través de estudios desarrollados por diversos grupos de investigadores del CONICET, que verificaron que constituyen un paisaje único en el litoral mesopotámico y descubrieron nuevas especies de anfibios y reptiles.
Entre los hallazgos más importantes que se realizaron en los últimos años en el paraje –cuya denominación proviene del guaraní Ybyty Mbohapy, nombre que le dieron los nativos de la zona y que puede traducirse como Tres Cerros- se destaca el de una especie endémica de lagartija nocturna llamada Homonota taragui. En lo que respecta a la botánica, la diversidad es muy amplia e incluye géneros vegetales que fueron identificados por primera vez en Argentina.
Para preservar y continuar estudiando las particularidades de este ecosistema, que está conformado por islas rocosas que alcanzan una altura de 179 metros sobre el nivel del mar y son las únicas elevaciones de este tipo en Corrientes, en 2014 se creó una reserva natural que abarca a dos de los tres cerros: Nazareno y Chico. En agosto de 2016 se dio un paso más para la valorización de este espacio, con la habilitación de un circuito eco-turístico, que permite el desarrollo de visitas guiadas, que están a cargo de equipos que fueron especialmente capacitados por los científicos.
Los estudios permitieron identificar más de 60 especies de anfibios y reptiles, 50 de peces y alrededor de 200 aves y 22 de mamíferos. En tanto, equipos del Instituto de Botánica del Nordeste (IBONE, CONICET – UNNE) retomaron las líneas iniciadas décadas atrás, lo que permitió contabilizar alrededor de 300 especies de plantas, entre ellas 50 que corresponden a árboles.
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