Ñemboja digital Módulo 2 - Semana 3
Sitio: | Campus Virtual |
Curso: | AULA 2 EPJA |
Libro: | Ñemboja digital Módulo 2 - Semana 3 |
Imprimido por: | Invitado |
Día: | domingo, 22 de diciembre de 2024, 14:07 |
1. Cultura
Usamos la palabra cultura o alguna derivada
cuando, por ejemplo, nos referimos a personas cultas o incultas, a la cultura
popular o a la cultura precolombina. En cada uno de estos casos, la
palabra tiene un significado diferente.
Podemos sintetizar básicamente en dos
definiciones de cultura:
a)Visión humanista (elitista):
La cultura es el resultado de cultivar el
conocimiento humano por medio del ejercicio de las facultades intelectuales y
artísticas. Esta visión llama “cultas” a las manifestaciones refinadas
relacionadas con la literatura, las ciencias y las artes, entre las que se
incluyen la música clásica, la pintura, la escultura, etc. Esta concepción
reduce el ámbito de la cultura a un selecto grupo de personas.
b)Visión antropológica:
Para esta mirada, la cultura es toda
manifestación del quehacer humano. Es el conjunto de prácticas llevadas a cabo
por todos los sujetos sociales más allá de su estado de naturaleza. La cultura
incluye la lengua, los valores, las leyes, la vestimenta, la vivienda, la
organización económica y todas las expresiones artísticas. En definitiva, todos
los hábitos y las capacidades adquiridas por el Hombre en tanto miembro de la
sociedad. Para esta visión, todo ser humano es culto. Y todo ciudadano
construye la cultura.
En 1871, el antropólogo ingles Edward Tylor
(1832-1917) creó la siguiente definición: “La cultura o civilización, en
sentido etnográfico amplio, es todo aquel complejo que incluye el conocimiento,
las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera
otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la
sociedad”. Esta fue considerada la primera conceptualización en un sentido
antropológico.
Una idea de cultura muy extendida en los
últimos años incluye el sentido que tienen los fenómenos y eventos en la vida
cotidiana para un grupo humano determinado. Cuando decimos sentido nos
referimos al conjunto de significados que una comunidad le otorga a esos
fenómenos y eventos, y que es exclusivo de ese grupo. Estos significados cobran
vida en las prácticas y en las relaciones con las demás personas y con el
ambiente. Por ejemplo, si queremos conocer la cultura futbolística argentina,
tenemos que preguntar qué significa vestir la camiseta de un club o juntarse
con amigos a ver un partido en un bar.
1.1. El contexto cultural
El contexto cultural es todo aquello que forma parte del entorno y es importante en la formación y el desarrollo de la cultura de un grupo humano. Quienes viven dentro de un determinado contexto cultural comparten significados que les permiten comunicarse y entenderse entre sí. Dentro de cada contexto las personas construyen su cosmovisión, es decir, la manera de entender el mundo y a través de la relación con los otros construyen su identidad. Pero el contexto no es estático, ya que está formado tanto por los contenidos culturales tradicionales de la comunidad como por nuevas necesidades (individuales y colectivas) que surgen del contacto con un contexto social mas amplio que lo incluye. Esta red de sentidos se desarrolla en un lugar determinado, en un momento histórico, y está en relación con el proceso productivo de esa cultura. Los contextos pueden ser muy variados: la familia, la escuela, el barrio, una localidad turística, etc.
1.2. Cultura real e ideal
La cultura real es aquella de la que somos
partícipes en la actualidad, esta cultura es heredada por nuestros padres y
guarda patrones de tradición los cuales se ven modificados por los avances
tecnológicos que dan lugar a la difusión de nuevos sistemas de valores. Por
ello la cultura real es el producto de las supervivencias de las generaciones.
Por otro lado, la cultura ideal es aquella que
anhelamos poseer, esta se fundamenta en la mayor práctica y defensa aquellos
valores más desgraciados u olvidados dentro de la sociedad. Por ejemplo,
nuestra cultura necesitaría mayor práctica de justicia, tolerancia y
solidaridad,
1.3. La subcultura
Cuando un determinado grupo de personas presenta un conjunto de conductas y creencias distintivas, que lo diferencia de la cultura dominante, nos encontramos ante una “subcultura”. En las subculturas, el elemento simbólico -ciertos rituales, la vestimenta, el estatus de clase, los intereses musicales- resulta fundamental. Así, estos grupos suelen expresarse a través de un estilo propio que les confiere cierta autonomía, pero que no los desliga totalmente de la cultura de la que forman parte. Constituyen subculturas, por ejemplo, ciertas pandillas juveniles, inmigrantes, grupos étnicos, religiosos o campesinos.
1.4. Subculturas juveniles: las tribus urbanas
Una “tribu urbana” -concepto acuñado por el sociólogo Michael Maffessoli a comienzos de la década del 90- es un grupo de personas que se comporta según la ideología de una subcultura originada en un contexto de ciudad. Básicamente, el término alude a las nuevas formas de agrupamiento juvenil y a la importancia que otorgan estos grupos a los simbolismos y rituales como modos de expresión de su identidad. La estética, la ropa, las preferencias artísticas –especialmente, musicales- y el uso del lenguaje del cuerpo en la construcción de identidad son algunos de los principales rasgos de estos grupos. Son ejemplos de tribus urbanas los góticos, los rockeros, los raperos, los cumbieros, los metaleros, los skaters y los emos, entre otro
- Los grupos de ataque social. Cabe destacar entre estos grupos las bandas de los delincuentes, que constituyen una forma violenta y directa de ataque al sistema establecido. También es típico de otros grupos de adolescentes que intentan desestabilizar la sociedad para crear un nuevo estado social, transgrediendo las leyes y haciendo uso de la violencia.
- Los grupos sociales alternativos responden al vacío que muchos sienten ante un futuro incierto y fugaz. Intentan encontrar un sentido a la existencia a través de distintos medios y rechazan el materialismo social.
1.5. La contracultura
Hablamos de contracultura para referirnos a los grupos sociales que -a diferencia de los miembros de las subculturas- buscan enfrentarse plenamente a la cultura hegemónica. El término surge en los Estados Unidos, en los años 60, en referencia a una generación encabezada por los beatniks y el movimiento hippie, cuya disconformidad con las normas y valores de la cultura dominante luego se extendería a numerosos sectores juveniles del mundo occidental. A lo largo de la historia, podemos considerar como ejemplos de movimientos contraculturales al romanticismo del siglo XIX, la bohemia de comienzos del siglo XIX o las diferentes ramificaciones del movimiento punk.
En lo que respecta a la validez y respeto de las diferentes culturas, hay dos posturas bien opuestas:
Etnocentrismo:
Es la corriente antropológica que manifiesta que hay una etnia que es superior, más evolucionada y civilizada que las otras. Etno significa etnia, es decir, se considera que una etnia es el centro de la civilización. Desde la perspectiva del etnocentrismo se consideraba la historia del género humano como una historia única, incluso en el aspecto cultural, idea bajo la que subyacía el supuesto de una única línea de evolución que va desde los otros hasta nosotros, de manera que también se consideraban los supuestos estadios evolutivos como otros tantos pasos hacia la realización de la sociedad civilizada.
Relativismo cultural:
Otra corriente es el relativismo cultural. Su filosofía defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural y niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos. Se opone al etnocentrismo y al universalismo cultural —de carácter positivista— que afirma la existencia de valores, juicios morales y comportamientos con valor absoluto y, además, aplicables a toda la humanidad. El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean superiores a los de otras culturas. El relativismo, en cambio, asevera que todas las culturas tienen igual valor, y ninguna es superior a otra pues todos los valores son considerados relativos adecuados a una situación sociohistórica.
2. Cultura y la construcción de identidades
La cultura de un grupo, puede pensarse como un
rasgo de identidad grupal, y en gran medida la identidad individual se
construye en relación a esas identidades culturales y colectivas.
La identidad
es una construcción de sentido permanente: los individuos vamos
construyendo y dándole forma a nuestra identidad en interacción con otras
personas, y de acuerdo con intereses, procedencias y contextos
particulares.
La construcción de identidad es un proceso
cultural, material y social.
● Es cultural porque los
individuos se definen a sí mismos dentro de grupos cuyos miembros comparten
rasgos que los unen, por ejemplo, la nacionalidad, la religión, etc.
● Es material porque a partir
de objetos las personas también logran autorreconocerse. A través del aspecto
material la identidad se relaciona con el consumo y las industrias culturales,
ya que el consumo de mercancías y bienes culturales son tanto satisfacción de
necesidades como una manera determinada culturalmente de consumir.
● Es social porque se
construye a partir de la interacción con otros, del conocimiento y la mirada
que los otros tienen de mi o de nosotros.
Diversidad, igualdad y diferencia.
3. Todos somos iguales porque somos personas, seres racionales y libres
Todos somos iguales porque somos personas, seres racionales y libres. Todos somos igualmente dignos y este principio se pone de manifiesto en la igualdad ante la ley y en el reconocimiento universal de los derechos. Esto quiere decir que a pesar que nos diferenciemos en las características físicas, las ideas, la cultura y los sentimientos, se nos deben garantizar las mismas oportunidades y condiciones de ejercer plenamente nuestros derechos.
Al mismo tiempo, las diferentes identidades, culturas y condiciones físicas y sociales hacen que la diversidad humana sea una realidad que, además resulta positiva, porque hace que todo el mundo sea variado y rico.
Por ellos, si en la naturaleza concreta prevalece la diferencia y la diversidad, también ocurre lo mismo en las sociedades humanas: son heterogéneas, diversas. Esto lo podemos comprobar en la vida cotidiana: las personas son distintas físicamente pero también lo son en sus capacidades, habilidades o formaciones culturales, ya que los individuos nacen en contextos familiares, económicos, sociales y culturales diferentes. Se afirma una igualdad universal (algo para todas las personas por igual) pero al mismo tiempo en la vida diaria y concreta observamos la diferencia y la diversidad.
Entendemos lo “universal” por aquello que tenemos en común, que es nuestra condición humana. Más allá de nuestras diferencias, todos somos humanos.
Hay una permanente tensión entra la búsqueda de la igualdad y la realidad, o sea, entre lo universal y lo particular.
El respeto de esa diversidad, es la base de la igualdad. Sin embargo, muchas veces esas diferencias se utilizan para discriminar injustamente a las personas. A través de la historia, armonizar la igualdad con lo considerado diverso se ha manifestado en forma de conflictos serios: guerras, persecuciones, injusticias.
En el ideario de las sociedades modernas está la búsqueda de la igualdad, pero las noticias diarias muestran pobreza, injusticia y desigualdad de oportunidades. En este caso las demandas sociales por justicia social cobran relevancia y sentido por su referencia a la igualdad universal, es decir, por su referencia a eso que sí nos iguala que es nuestra condición humana, nuestra dignidad humana. Cuando luchamos por nuestros derechos lo hacemos invocando nuestro derecho a la igualdad y la justicia. La forma de gobierno democrática propicia las condiciones para permitir la búsqueda de consensos y que ese ideal se pueda concretar para todos. Nos acercaremos ahora al tratamiento de las distintas formas de concebir la diversidad y de concebir la igualdad, especialmente cuando lo analizamos desde la perspectiva cultural y de la convivencia. En la actualidad, tanto las normas internacionales, como muchas leyes de diferentes jurisdicciones de nuestro país, intentan corregir las desigualdades, reconocer la diversidad, y cuidar los derechos de todos.
Por ellos, si en la naturaleza concreta prevalece la diferencia y la diversidad, también ocurre lo mismo en las sociedades humanas: son heterogéneas, diversas. Esto lo podemos comprobar en la vida cotidiana: las personas son distintas físicamente pero también lo son en sus capacidades, habilidades o formaciones culturales, ya que los individuos nacen en contextos familiares, económicos, sociales y culturales diferentes. Se afirma una igualdad universal (algo para todas las personas por igual) pero al mismo tiempo en la vida diaria y concreta observamos la diferencia y la diversidad.
Entendemos lo “universal” por aquello que tenemos en común, que es nuestra condición humana. Más allá de nuestras diferencias, todos somos humanos.
Hay una permanente tensión entra la búsqueda de la igualdad y la realidad, o sea, entre lo universal y lo particular.
El respeto de esa diversidad, es la base de la igualdad. Sin embargo, muchas veces esas diferencias se utilizan para discriminar injustamente a las personas. A través de la historia, armonizar la igualdad con lo considerado diverso se ha manifestado en forma de conflictos serios: guerras, persecuciones, injusticias.
En el ideario de las sociedades modernas está la búsqueda de la igualdad, pero las noticias diarias muestran pobreza, injusticia y desigualdad de oportunidades. En este caso las demandas sociales por justicia social cobran relevancia y sentido por su referencia a la igualdad universal, es decir, por su referencia a eso que sí nos iguala que es nuestra condición humana, nuestra dignidad humana. Cuando luchamos por nuestros derechos lo hacemos invocando nuestro derecho a la igualdad y la justicia. La forma de gobierno democrática propicia las condiciones para permitir la búsqueda de consensos y que ese ideal se pueda concretar para todos. Nos acercaremos ahora al tratamiento de las distintas formas de concebir la diversidad y de concebir la igualdad, especialmente cuando lo analizamos desde la perspectiva cultural y de la convivencia. En la actualidad, tanto las normas internacionales, como muchas leyes de diferentes jurisdicciones de nuestro país, intentan corregir las desigualdades, reconocer la diversidad, y cuidar los derechos de todos.
4. Discriminación
La desigualdad, y sobre todo, la interpretación que la sociedad hace de esa desigualdad producen situaciones de discriminación porque desconocen los principios básicos de la dignidad humana. Las prácticas discriminatorias de una sociedad se manifiestan en múltiples acciones, por ejemplo, hostigar, maltratar y excluir a personas o grupos por atribuirles características diferentes a las consideradas “normales”. Ese criterio de “normalidad” es una construcción de la sociedad que no tiene fundamentos racionales.
4.1. Discriminación de todo tipo (xenofobia, racismo, discriminación por género, por condición sexual)
Discriminar es seleccionar, elegir excluyendo.
Aplicado el concepto de la discriminación como forma de violación de los
derechos humanos, significa seleccionar a algunas personas o identidades
culturales como no merecedoras de ciertos derechos humanos fundamentando esa
elección por razones de género, rasgos físicos, origen nacional o étnico,
situación socioeconómica, tradiciones culturales, creencias religiosas o
estilos de vida.
Una práctica social discriminatoria puede
consistir en cualquiera de las siguientes acciones:
a) Crear y/o colaborar en la difusión de
estereotipos de cualquier grupo humano por características reales o
imaginarias, sean éstas del tipo que fueren, sean éstas positivas o negativas y
se vinculen a características innatas o adquiridas.
b) Hostigar, maltratar, aislar, agredir,
segregar, excluir y/o marginar a cualquier miembro de un grupo humano del tipo
que fuere por su carácter de miembro de dicho grupo.
c) Establecer cualquier distinción legal,
económica, laboral, de libertad de movimiento o acceso a determinados ámbitos o
en la prestación de servicios sanitarios y/o educativos a un miembro de un
grupo humano del tipo que fuere, con el efecto o propósito de impedir o anular
el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos o libertades
fundamentales.” (Plan Nacional contra la Discriminación INADI, 2005, pág. 41)
d) Xenofobia: Es el odio o temor irracional al
extranjero. Es una ideología que se fundamenta en prejuicios históricos,
religiosos, culturales y nacionales, que llevan a justificar la segregación
entre distintos grupos étnicos con el fin de no perder la identidad propia.
e) Racismo: actitud discriminatoria y
segregativa inspirada en la supremacía de una raza sobre las demás. Es un
fenómeno fundamentalmente social y moderno, como un conjunto de ideologías,
pre-conceptos, estereotipos y prejuicios que tienden a segmentar al conjunto
humano en supuestos grupos que tendrían características comunes entre sí (y
jerarquizables entre los distintos grupos),
cuya explicación radicaría en una supuesta
herencia genética. (INADI, 2005: 37)
f) Género: El concepto es relativamente nuevo.
Cada sociedad, de acuerdo a sus características, elabora determinados imaginarios
que definen a la mujer. La noción de género explica que no existe una
naturaleza femenina inmutable, sino una construcción que depende de cierto
roles y creencias acerca del comportamiento de varones y mujeres. A este
sistema de pautas culturales atribuido a cada sexo y sus relaciones es lo que
se llama género.