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    • Violencia de género en adolescentes: posibles causas y cómo prevenirla

    El objetivo principal de los “días mundiales” o “internacionales”, es dar visibilidad a cuestiones y temas que tienen una indudable relevancia global.  La violencia contra  pone de manifiesto una profunda situación de desigualdad, una compleja realidad que conviene analizar con reflexión, profundizando en aspectos culturales, educativos y socioeconómicos, que pueden explicar una situación que no logra mejorar al ritmo deseado.

    La violencia se manifiesta desde etapas muy tempranas del desarrollo de los niños y las niñas,  una etapa crucial, en la que se inician las relaciones afectivas. Una etapa en la que las familias tienen un papel fundamental de educación y sensibilización. 

    Detección de la violencia en la adolescencia 

    En adolescentes la violencia de género se manifiesta en forma de abuso verbal, más tarde psicológico y en menor medida económico, sexual o físico. Muchas adolescentes sufren acoso a través del móvil o de las redes sociales.

    En la mayoría de los casos el adolescente no identifica estas conductas como muestra de violencia, sino que tienden a justificarlas. Muchas jóvenes confunden el acoso, con interés o con amor.

    Para los progenitores también puede ser difícil detectar la violencia hacia sus hijos. En los casos en los que se tienen sospechas, no es fácil elegir una forma de actuar, y a menudo, sin desearlo, pueden provocar reacciones beligerantes y distanciamiento por parte de los hijos.

    Ayudarlos, va a requerir de las madres y padres información, estrategias y sobre todo, buena disposición, grandes dosis de paciencia, determinación y mucha empatía y comprensión.

    Comprendiendo la violencia de género en la etapa adolescente

    Comprendiendo la violencia de género en la etapa adolescente

    Empecemos por hacernos dos preguntas claves: ¿Qué es violencia de género? ¿Qué probabilidad hay de que me suceda?

    Todo acto de violencia (…) que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. (…) que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada. (Ley Orgánica 26.485 Artículo 1, de Protección Integral contra la Violencia de Género)

    Los adolescentes toman sus referentes de diferentes fuentes, la televisión, el cine, la publicidad y sobre todo de las redes sociales. Muchas de las ideas y conceptos provenientes de esas fuentes, les ayudan a construir su mundo y a desarrollar habilidades para moverse en él con soltura.

    Pero no siempre la información que reciben es conveniente y adecuada. En muchas ocasiones, incorporan de un modo irreflexivo, estereotipos y creencias, por ejemplo, sobre la pareja o las relaciones afectivas, que potencian pensamientos y comportamientos que están en el origen de esas situaciones de violencia de género.

    Muchas películas, series y libros, insisten en el “mito del amor romántico”, en el que se confunde la intolerancia, el control o la agresividad, con una muestra de afecto incondicional e interés, y la aceptación y sometimiento, con una expresión de entrega y verdadero amor: “Tiene celos por que me quiere de verdad”. “Por amor se debe aguantar todo”. “Las peleas y los conflictos son normales, pero la muestra de amor es aguantarlos”.

    Las adolescentes –y los adolescentes– puede llegar a normalizar estas ideas y terminar por considerarlas válidas, sin reflexionar sobre lo que representan estas actitudes y pensamientos: la expresión de dinámicas de dominancia, poder y control, que pueden convertirse en relaciones abusivas y tóxicas.

    La etapa adolescente es un período de cambio y de desarrollo, es un momento de aprendizaje, donde se comienzan a forjar las creencias sobre el mundo y sobre los demás. En este período conformamos nuestra futura autoestima.

    Es una etapa de elevada vulnerabilidad, probablemente, la etapa en la que más ayuda y apoyo necesitamos. Paradójicamente, es también la etapa en la que más reivindicamos nuestra independencia y autonomía.

    ¿Qué podemos considerar violencia?

    Formas de violencia de género en la adolescencia

    La violencia se puede identificar en diferentes contextos y en diferentes formas y grados:

    1. Violencia psicológica: Insultos, amenazas, coacciones, desprecios, humillaciones…
    2. Violencia social: Limitación de contactos, limitación de participación social…
    3. Violencia económica: Control de los ingresos, control de los gastos, control de en qué gastar y con quién hacerlo…
    4. Violencia sexual: Obligar a tener relaciones, manipular para no tenerlas, imponer el estilo de la sexualidad, realizar prácticas no consentidas…
    5. Violencia física: maltrato físico, coacción y amenaza física…

    Estas son algunas situaciones y actos que pueden ser indicios de violencia de género:

    • Abusos verbales y emocionales.
    • Recibir insultos, desprecios o burlas.
    • Expresión beligerante de celos y desconfianza.
    • Humillaciones ante otras personas.
    • Amenazas de agresión física.
    • Contacto sexual no deseado, forzar a determinados juegos sexuales.
    • Control de las llamadas del móvil, acceder a las cuentas personales en redes sociales, sustraer las contraseñas.
    • Llamadas constantes para saber donde y con quien se encuentra.
    • Controlar la forma de vestir, el pelo, el maquillaje.
    • Controlar el aspecto físico, manipular sobre la propia percepción del cuerpo: “Estás muy gorda”. “Deberías tener más pecho –o menos pecho–”.
    • Darle empujones, pellizcos, tirones de pelo.
    • Apartarla de alguna amiga o amigo. Hablar mal, malmeter contra personas importantes para ella.

    Tipos de violencia de género en adolescentes

    Identificando algunos mitos sobre la violencia de género

    1. MITO 1“Los jóvenes se relacionan de una manera muy intensa y a veces es normal que sus relaciones estén plagadas de peleas y discusiones”. Es normal discutir con la pareja, sí, pero a través del diálogo asertivo. No es normal que se discuta de una manera agresiva y amenazante, sin igualdad, desde posturas de dominación.
    2. MITO 2“Con tanta exposición en las redes es normal que se fomenten los celos en la pareja”. Nada justifica los celos y mucho menos que se gestionen con agresividad y control hacia la pareja. Es importante reseñar que el ciberacoso es una forma muy extendida actualmente para ejercer control y abuso sobre la pareja.
    3. MITO 3“En las relaciones jóvenes no existe el maltrato eso ocurre en relaciones adultas”. Los datos nos revelan que en los últimos años el maltrato cada vez está más presente en edades más tempranas y eso es un indicativo que nos tiene que hacer pensar sobre cómo los adolescentes conforman creencias disfuncionales sobre las relaciones de pareja y en qué modelos están basadas esas creencias.
    4. MITO 4“Los adolescentes no saben lo que hacen ni tienen consciencia de que están maltratando a sus parejas”. En la adolescencia se desarrolla el esquema de valores, se establecen los conceptos de lo que está bien y está mal. Es por tanto en esta etapa en la que las madres y padres tienen una influencia importante para ayudar a que se definan correctamente estos valores. Aceptar, incluso tolerar, ideas como que “todo vale cuando hay amor y se es joven” puede estar potenciando una situación de violencia de género.

    Los mitos son prejuicios, ideas basadas en miedos y percepciones distorsionadas, que no nos ayudan a resolver el problema, sino más bien a agravarlo.

    El sentimiento de culpa que puede llegar a sentir una víctima de violencia de género tiene su origen en la aceptación en el seno de la familia, y en la sociedad, de estas ideas y creencias erróneas.

    Determinadas percepciones terminan culpabilizando a la víctima, justificando, en alguna medida, acciones del agresor, del todo injustificables. Estoy hablando de pensamientos del tipo: “Lo entiendo. La quiere tanto, que cuando la vio con ese vestido tan corto, delante de todos, es normal que perdiera los nervios”.

     
     
    Indicios que podrían significar maltrato en la etapa de relación de pareja de la adolescente:
    1. Cambios en el estado de ánimo de manera persistente. Signos de llorar con frecuencia.
    2. Percibir tensión, inquietud, azoramiento, sobre todo en ciertas situaciones: sobresaltarse cuando suena el móvil, titubear cuando les invitan amigos a salir…
    3. Alejarse de las amigas y los amigos de siempre.
    4. Problemas académicos.
    5. Consumo abusivo de sustancias.
    6. Aumento del uso del móvil para responder de forma inmediata a la pareja, mostrando que es una especie de obligación ineludible.
    7. Contravenir normas y hábitos de la familia (comer juntos en determinadas fechas, etc.), aludiendo a que su pareja se enfadaría sino lo hiciera de ese modo.
    8. Discusiones, rupturas temporales, idas y venidas…
    9. Mostrar baja autoestima y baja percepción de valía.
    10. Empezar a vestir, peinarse o maquillarse de un modo que parece no conectar con los propios gustos e inclinaciones.
    11. Hacer mención de algún acontecimiento o acto que exprese falta de respeto a su independencia y autonomía: revisar su móvil, revisar su bolso, entrar en alguna de sus cuentas de redes sociales, comentarios despectivos en redes sociales o grupos de Whatsapp comunes…
    12. Indicios físicos de maltrato: arañazos, moretones…

    Qué NO hacer si un adolescente sufre violencia de género

    1. No utilizar expresiones y frases hechas“ con lo lista que tú eres, ¿cómo puedes aguantar esas cosas?”. Estas frases fomentan el sentimiento de culpa y dirigen la responsabilidad hacia la víctima.
    2. No apelar a la autoridad, como madres o padres, para que corte con esa relación. Esta actitud no suele resolver la situación, ya que si la adolescente no se empodera, adquiere consciencia y resuelve ella misma la pareja, puede que siga con la relación, incluso a escondidas.
    3. No restar importancia a la situación“No pasa nada . Seguro que se arreglan las cosas”. “Bueno, sólo ha sido un par de veces. Es un crío”. A veces, por la incomodidad que genera en los padres la situación, esperan a que el problema sea más acusado para posicionarse. Es importante ser coherentes y expresar que algo no está bien desde los primeros detalles, y no quitar gravedad a cualquier indicio, por infrecuente que sea al principio. Ayudaremos a prevenir y evitar una relación tóxica, en esa situación y en futuras elecciones de pareja de nuestra hija.
    4. No regañar, reprochar o enfadarse. El objetivo de las madres y los padres es crear un entorno seguro y tranquilo en el que se pueda hablar y expresarse con libertad.
    5. No cuestionar y dudar de lo que nos cuente. “A lo mejor no lo has interpretado bien”. “Siempre has sido una exagerada. ¿Seguro que es como lo estás contando?”

    Qué SÍ hacer si un adolescente sufre violencia de género

    1. Respetar los tiempos. Si no quiere hablar, dejar espacio para que lo haga de una manera espontánea sin sentir apremio.
    2. La escucha activa y la empatía son esenciales. Escuchar sin emitir juicios ni valoraciones, tratar de comprender sus lenguaje no verbal, y hacer un especial esfuerzo para ponerse en su lugar teniendo en cuenta la diferencia de edad y su situación vital.
    3. No ejercer presión. Con tácticas o manipulación: hablando mal de su pareja, sonsacando información. Tiene que sentir que su familia es un entorno seguro, un lugar al que acudir cuando tenga problemas. Si siente presión o miedo a represalias, percibirá más frágil este apoyo familiar y el agresor tendrá más control y poder.
    4. Tener paciencia. Querremos saber todos los detalles y tendremos muchas preguntas sin contestar, pero hay que intentar no avasallar, no hay que saberlo todo de golpe y hay que cuidar no hacer preguntas inoportunas o íntimas, que puedan provocar la sensación de estar en un interrogatorio y propiciar un bloqueo en el diálogo.
    5. Refuerza los esfuerzos y los avances. Sea cual sea el momento en el se haya producido un diálogo, agradece que esté compartiendo esa intimidad contigo, que confíe en ti para que buscar soluciones juntos. Recuérdale que siempre estarás a su lado.
    6. Expresa la convicción en la credibilidad de su relato. Es imprescindible que sienta que todo lo que dice es escuchado y no se pone en tela de juicio. Hay que tratar de centrarse en el presente y en la situación. Cualquier consideración –otras discusiones o rencillas en la familia– que no tienen que ver con la cuestión debe mantenerse al margen: “Es que tienes mucho carácter”. “Bueno, yo también te di un cachete el otro día, es que a veces sacas de quicio”.
    7. No cuestionar su independencia y su capacidad de decisión. No decirla lo que tiene que hacer, con suficiencia o autoritarismo. O compararte con ella: “A mi eso no me hubiera pasado, yo le mando a paseo el primer día”. “Si hubieras vivido lo que yo, no dejarías que te hicieran esto”.
    8. No incidir en los errores que pueda estar cometiendo. En estas situaciones es normal que la adolescente sienta confusión, fragilidad, indefensión, miedos y muchos otros sentimientos encontrados… y en situaciones como esta, incluso más propicias, todos cometeríamos errores, como dejar la relación y volver a retomarla, una y otra vez. Es importante no hacer reproches y no enfocarse en los errores cometidos: “te dije que pasaría”. “No sé por qué has vuelto, estaba claro que lo volvería a hacer”. Hay que dejar clara la idea de que, decida lo que decida y pase lo que pase, siempre estarás cerca con un abrazo de seguridad y apoyo, sin juicios, ni presiones.
    9. Ayúdala a resolver cuestiones prácticas. Por ejemplo, explícale por qué es importante presentar una denuncia, haz los trámites con ella y acompáñala a presentarla. Revisa con ella si hay alguna posibilidad de que la hagan daño, por ejemplo con fotografías comprometidas, o con cuentas de redes sociales, etc., y ayúdala a prevenir estas contingencias.
    10. Contad con un profesional de la Psicología. En este tipo de situaciones es fundamental realizar una valoración y seguimiento por parte de una psicóloga o un psicólogo formado en violencia de género en adolescencia, para que valore el estado emocional y para que trabaje aspectos referidos a las ideas y creencias, los pensamientos, las interpretaciones, los comportamientos… y todos los aspectos psicológicos que intervienen en estas situaciones.

    La mayoría de los adolescentes identifica esta problemática cuando existe violencia física o sexual, pero en cambio sólo uno de cada tres hace lo propio en casos de intimidación psicológica o control. De hecho, resulta terrorífico comprobar que un tercio de los jóvenes ve “aceptable” controlar los horarios de su pareja, evitar que vea a familiares o amigos, e incluso decirle qué puede o no hacer.

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