4. ¿CÓMO APARECEN LAS CUESTIONES DE GÉNERO EN LA LENGUA?
¿Cómo aparecen las cuestiones de género en la lengua?
La forma en la que usamos la lengua suele dar un lugar de privilegio al género masculino. Por ejemplo, las palabras están en los diccionarios enunciadas en su forma masculina. También es posible señalar que el término “hombre” puede incluir a las mujeres en usos tales como “el hombre es un ser social”, lo que no sucede a la inversa: si se habla de “La Historia de la Mujer”, de ningún modo se entiende que allí podrían incluirse personas de género masculino. En ejemplos cotidianos, puede ocurrir que una persona entre a una sala y diga “pónganse todos de pie” y que se paren tanto los hombres como las mujeres; pero no sucedería lo mismo si dijera “pónganse todas de pie” ya que los varones no se sentirían incluidos en ese “todas”. A partir de estas situaciones, y en combinación con el uso de las nuevas tecnologías, desde hace unos años han empezado a aparecer formas alternativas frente a situaciones de este tipo. Una de ellas es la utilización del símbolo ‘@’ que englobaría a ambos géneros ya que pareciera combinar la ‘a’ y la ‘o’; otra es la utilización de la ‘x’. Así, en algunos casos puede leerse: “L@s espero a tod@s” o “Lxs espero a todxs”, lo que parece subsanar la cuestión del machismo en la lengua escrita pero no en la oralidad: ¿Cómo se leerían esas frases en voz alta? La cuestión radica en que el castellano tiene género femenino, género masculino, incluso excepcionalmente género neutro (aquello que no es ni masculino ni femenino; por ejemplo, en casos como “lo bueno”, “lo externo”), pero no contempla un género “integrador” en el que confluyen lo masculino y lo femenino sin que lo femenino se incorpore a lo masculino. Quizás, una posibilidad sea pensar en el uso de la letra ‘e’ para resolver estas cuestiones; en el ejemplo anterior, alguien que entre a una sala podría decir: “pónganse todes de pie”.