Las organizaciones no pueden funcionar como entes
aislados de la realidad. El entorno de cualquier compañía, en sentido
amplio (económico, político, legal, etc.), influye en su actividad y requiere
cambios para adaptarse a circunstancias que lo modifican todo de forma radical
y rápida. El ejemplo más cercano (y
global) lo encontramos en la irrupción del aislamiento por la pandemia de
COVID-19. La crisis sanitaria impulsó a infinidad de organizaciones a cambiar
su modo de funcionamiento tradicional. Se tuvo que renunciar al presencialismo
para aplicar el teletrabajo y la digitalización. La estructura del entorno
empresarial, las relaciones que en este se establecen o los cambios que se
producen tienen una influencia que la organización no debe ignorar. Por ello, debemos
identificar qué factores y características del entorno influyenen
la actividad de las organizaciones, sin perder de vista los efectos.