2. LA GUERRA FRÍA Y MUNDO BIPOLAR

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, los países del mundo se alinearon en dos grandes bloques: el bloque occidental capitalista, comandado por Estados Unidos y respaldado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y el bloque socialista, encabezado por la Unión Soviética (URSS) junto con los aliados del Pacto de Varsovia. Se conformó así un orden mundial bipolar con centros de poder en el hemisferio norte. El conjunto de países pobres del hemisferio sur, no alineados con estos bloques, integró el grupo denominado “Tercer Mundo”. Durante la Guerra Fría, las potencias evitaron enfrentarse de manera directa en el plano militar. La estrategia de los bloques consistió en establecer alianzas político-militares o acuerdos económicos con diferentes países, para acercarlos a sus respectivas zonas de influencia y lograr una permanente expansión. En algunos casos, esta estrategia de expansión provocó conflictos armados (como por ejemplo la guerra de Corea o la guerra de Vietnam), en los cuales las grandes potencias actuaban como aliadas de los distintos grupos locales. Estados Unidos y la URSS también compitieron en una carrera armamentista y espacial, en la que buscaron desarrollar la tecnología más avanzada destinada a conformar los ejércitos más poderosos y conquistar el espacio exterior. En 1985, la URSS inició un proceso de reforma del sistema soviético a partir de la reestructuración económica y la apertura política (“perestroika” y “glasnot”, en ruso). La reforma buscaba la progresiva eliminación de los conflictos con el bloque occidental. Si bien la disolución de la URSS se concreta en 1991, la caída del Muro de Berlín en 1989, que dividió durante 28 años a Alemania en dos, es el hecho histórico más recordado por reflejar el símbolo de la reunificación.