4. Modos de intervención y participación en las problemáticas sociales.

 ¿TODA CIUDADANÍA IMPLICA UNA PARTICIPACIÓN ACTIVA? ¿SE PUEDE NO PARTICIPAR DE LA COMUNIDAD EN LA QUE UNA O UNO VIVE?  

Los sujetos vivimos en sociedad por eso decimos que somos sujetos sociales. Nuestras prácticas sean silenciosas o visibles influyen en nuestra comunidad. Por ejemplo, hay una marcha en favor de la educación pública, yo decido no ir, por alguna cuestión decido quedarme en casa y no participar. O decido ir, porque apoyo la causa y quiero expresarme de esa manera. Ambas decisiones influyen en la vida comunitaria. Esto se debe a que los modos de involucrarse en la vida pública son diversos y adquieren distintos sentidos en la práctica y en un contexto determinado.

Cuando hablamos de ciudadanía usualmente nos referimos a la posibilidad de involucrarnos en los asuntos públicos para modificar el destino de un grupo, una comunidad, una sociedad, o un pueblo. Lo que hacemos en nuestras casas, barrios, los vínculos que allí construimos, lo que aprendemos y las decisiones que tomamos tienen directa relación con nuestra vida y en nuestra comunidad, y con el contexto social, histórico, político y cultural en el que estamos inmersos. Por ejemplo, no es lo mismo comprar verduras al verdulero del barrio que comprarlas en el supermercado, cocinar en casa o consumir alimentos industrializados, acompañar a alguien que necesita nuestra ayuda o no hacerlo. Cada acción y cada práctica por más pequeña que sea forma parte del ejercicio de nuestra ciudadanía.


Modos de intervención y participación en las problemáticas sociales.

La historia argentina se encuentra repleta de hechos que reflejan distintos modos de intervención y participación en las problemáticas sociales, trabajadores desocupados y fábricas recuperadas, asambleístas ambientales, agricultores familiares, pueblos originarios. Ciudadanos que, con su accionar dieron un giro al curso de sus propias historias y dejaron ejemplos de lo que implica involucrarse. Repasemos alguno de ellos:

-Movimientos piqueteros: Este fenómeno social y político, surge en el período de 1995 a 2001, gestado en los altos niveles de desocupación de mediados de los años noventa, se generó esta forma específica de protesta, eran una novedad en el escenario político por tres motivos: eran parte de la clase trabajadora que había sido desplazada como fuerza de trabajo por el nuevo modelo social del país, y que logró organizarse para hacerse escuchar. En segundo lugar, porque entendieron que, disponían de poder, a partir de la capacidad de interrumpir los circuitos productivos poniendo en movimiento un renovado repertorio de acciones colectivas. Por último, el Estado que, en un primer momento, los había condenado a la invisibilidad social, debió “hacer algo” con esta porción de trabajadores excluida, dado que los piqueteros consiguieron politizar sus necesidades a través de la protesta y la organización colectiva.

En suma, los piqueteros surgieron de las filas de los trabajadores desocupados de una Argentina devastada. Los piqueteros hicieron su primera aparición en la provincia de Neuquén en las ciudades petroleras de Cutral Có y Plaza Huincul en el año 1996. Sin embargo, el punto de inflexión para el naciente movimiento se daría durante el año 1997 cuando los cortes de ruta comenzaron a propagarse por el resto del país de manera abrupta, y derivó en la masiva participación de las protestas del 2001 y la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa.

-Asambleas barriales: surgidas al calor de la crisis de diciembre de 2001, generalmente en barrios de clase media, cuya movilización y compromiso no respondió solo a una necesidad económica de los propios  (no solo se trató de ahorristas) sino básicamente a la crisis político-institucional de representación, bajo el popular lema “que se vayan todos”.

– Empresas recuperadas por sus trabajadores: después de su quiebra, cierre o abandono por parte de los propietarios. Un proceso que se inicia a fines de los años noventa, pero que asume particular intensidad a partir del año 2002.

Desde fines de la década del 90, pero con particular intensidad a partir de fines de 2001, asalariados de más 200 empresas se cargaron al hombro la conducción de las fábricas en las que trabajaban. La quiebra de la empresa, cierre y/o incumplimiento del pago de salarios fueron las situaciones que desataron, en el marco de una tremenda crisis económica, la acción colectiva de los trabajadores.

Este movimiento social se desarrolló en el marco de la crisis económica iniciada en 1998; las cuales provocaron en el sector industrial una caída de la producción por falta de competitividad, que tuvo como consecuencia la desaparición de la producción local y la transformación de las industrias en simples ensambladoras de insumos importados.

En este contexto de colapso y quiebra de numerosas empresas y de generalización del desempleo y creciente pobreza; un conjunto de trabajadores, a los efectos de escapar de la desocupación adoptó la ocupación de las fábricas y luego su recuperación como forma colectiva de evitar un destino que parecía inevitable. Pero el fin de la convertibilidad posibilitó utilizar la capacidad industrial instalada en empresas que habían sido, en algunos casos, literalmente abandonadas por sus patrones. La recuperación permitió poner en funcionamiento a las empresas al disminuir o desaparecer una serie de costos, y algunas de ellas, lograron sobrevivir.

-   Movimientos socio ambientales:  Estos movimientos resignifican demandas como las luchas por la tierra, el agua o formas de vida locales y fueron emprendidos por nuevos actores sociales como asambleas de vecinos autoconvocados que en algunos casos articularon con viejos actores, pueblos indígenas, comunidades campesinas, en pos de objetivos comunes: la defensa del territorio frente a diversos proyectos extractivos que generan alto impacto socio-ambiental. Un ejemplo local fue el colectivo de vecinos “defensores costeros” quienes llevaron adelante una causa judicial contra los paradores ubicados en las playas correntinas. A través de una consulta popular, y un amparo ambiental lograron frenar el avance sobre las playas públicas. 

Otro ejemplo reciente se dio en el año 2023, pueblos originarios de Jujuy se manifestaron en contra de la reforma constitucional que, entendían, permitiría desalojarlos de las tierras en las que vivieron durante años, ahora codiciadas por sus yacimientos de litio. Para llegar a los yacimientos subterráneos, las compañías mineras deben primero taladrar. Luego se bombea la salmuera hasta lagunas artificiales en la superficie donde parte del líquido se evapora antes de extraer el litio por medio de una serie de procesos químicos, proceso que se llevaba a cabo sin los controles ambientales pertinentes.