No quedan dudas acerca de que el planeta se
encuentra atravesando una grave crisis de pérdida de biodiversidad a razón de
los profundos cambios ambientales, muchas veces irreversibles, que ocasiones
las actividades de desarrollo del ser humano. Una muestra clara de la gravedad
de este proceso es que cada vez hay menos áreas que mantienen su condición
natural intacta, es decir, el elenco de hábitats y especies silvestres y los
procesos ecológicos que deberían existir si tales cambios drásticos jamás
hubiesen ocurrido En la actualidad, a estas áreas se las denomina
Áreas Clave para la Biodiversidad porque incluyen gran parte de un ecosistema
en retroceso, son un eslabón en el mantenimiento de la integridad ecológica de
una región y/o sustentan poblaciones de especies raras o en peligro crítico. Si
finalmente desaparecieran, no podrían ser reemplazadas con facilidad y es por
ello por lo que reciben una especial atención del mundo de la conservación.
Localizarlas y caracterizarlas detalladamente es, de tal manera, un primer paso
esencial en el camino que lleva a protegerlas por medios legales u otros
mecanismos efectivos que aseguren su permanencia a perpetuidad. Pensemos en nuestra provincia, Corrientes, en el
noreste de la República Argentina; una región caracterizada por poseer una enorme
riqueza natural. Luego de un exhaustivo inventario realizado por investigadores
de Aves Argentinas y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET), con el apoyo de The Nature Conservancy, se realizó un mapeo
de la distribución de ciertos grupos de la fauna y flora silvestre que ocurren
en las unidades de vegetación reconocidas en el territorio provincial y fueron
tomados como indicadores de la riqueza de especies y el valor de conservación a
proteger con una visión a escala del paisaje. En total, se documentaron 19 Áreas Claves para la
Biodiversidad en casi 3 millones de hectáreas, lo que equivale al 32 % del
territorio provincial. En conjunto, comprenden una amplia variedad de
ambientes, desde esteros, pajonales y palmares, hasta bosques y cañadas, en su
mayoría sujetos a fuertes presiones para ser convertidos en forestaciones,
pasturas para el ganado o lotes agrícolas. Algunos, como los campos y
malezales, afrontan amenazas serias e inminentes y, por lo tanto, requieren medidas
urgentes para asegurar una protección aceptable. Los incendios descontrolados
acontecidos a principios de 2022 añadieron urgencia a las acciones preventivas
para evitar la desaparición de especies que, como el tordo amarillo, dependen
de que se mantenga la integridad de las áreas donde se reproducen, se alimentan
o encuentran refugio contra predadores. Vamos a ver dos de esas áreas, destacables por su
biodiversidad.