Los
doctores Richard Paul y Linda Elder, investigadores de The Critical Thinking
Organization, han determinado siete estándares intelectuales universales que
deben aplicarse al pensamiento cada vez que se quiera evaluar la calidad de un
razonamiento. Son los siguientes y cada uno guarda relación con su antecesor: Claridad Si
un razonamiento no es claro, quien lo recibe tampoco puede valorar si la idea
es cierta o relevante ni lanzar contraargumentos. En este caso conviene
realizar preguntas como "¿podrías ponerme un ejemplo?" que ayuden a
comprender, e incluso, visualizar la idea. Veracidad Una
proposición puede ser clara, pero no exacta. Las vaguedades y las ambigüedades
con enemigas de un mensaje sólido. Lanzando preguntas como "¿cuál es la
fuente?" nos aseguramos de que la proposición, si procede de fuentes
fiables, sea veraz. Precisión Una
proposición como, por ejemplo, "esa chica es bastante alta" puede ser
cierta y veraz, pero adolece de precisión. Ante una afirmación de estas
características hay que solicitar más detalles: "¿puedes ser más
específico?" o "¿cuánto mide exactamente?". Pertinencia Una
proposición puede ser clara, veraz y precisa, pero no pertinente. Con esto nos
referimos a si guarda relación directa con, por ejemplo, el tema a debate. Para
asegurarnos de su pertinencia podemos cuestionar al interlocutor sobre cómo
conecta con el tema. Profundidad Una
proposición puede ser clara, veraz, precisa y pertinente, pero carecer de
profundidad. Por ejemplo, la frase "No a las drogas", utilizada para
disuadir de su consumo, aborda un problema muy complejo de forma superficial.
"¿Podrías darme argumentos?" es la pregunta a realizar en este caso. Amplitud Una
proposición puede ser clara, veraz, precisa, pertinente y profunda, pero no ser
lo suficientemente amplia al no tener en cuenta otros puntos de vista.
Preguntas como "¿hay otra manera de abordar este problema?" ayudan a
coger perspectiva. Lógica Una
proposición puede ser clara, veraz, precisa, pertinente, profunda y amplia,
pero no tener lógica. Cuando argumentamos ponemos diferentes pensamientos en
orden. Si dichos pensamientos se apoyan mutuamente, el pensamiento es lógico.
Si por contra no se respaldan o son contradictorios, entonces la combinación no
es lógica.