8. EL COSTO DEL DINERO PROPIO


Ahora seguinos con una última idea… En clases anteriores ya habíamos mencionado que el empresario no necesariamente era el dueño del capital y aquí, con todos estos ejemplos, estamos viendo de que realmente puede conseguir capital ajeno para su emprendimiento; pagando, eso sí, un precio por su utilización.

Si seguimos con esta idea, tener entonces el capital significaría que nos podríamos ahorrar el costo de tener que pedirlo prestado.

Pero es importante que consideramos que el dinero tiene un valor. Y que además es un bien requerido en la economía. Con lo cual, aunque fuera el dueño de mi capital y lo usase en mi propio emprendimiento, el conto sigue existiendo. Y esto es así porque hay en la economía otras personas que no tienen el dinero y lo necesitan. Y están dispuestas a pagar por ese dinero el precio mencionado.

Claramente, si yo fuese dueño de dinero y no quisiera invertirlo en algún negocio propio, podría prestarlo. En nuestro país las transacciones de préstamo de dinero se realizan con la intermediación de alguna entidad financiera autorizada a realizar estas operaciones por el Banco Central de la República Argentina.

Es decir, en esta intermediación financiera simple, yo que tengo un dinero que no quiero invertir en mi propia empresa se lo presto, a través de un depósito a plazo fijo por ejemplo, a un banco; que a su vez se lo presta, a cambio de un interés mayor que el que me está pagando a mí, a un tercero que lo necesita para su emprendimiento.

Pero puede ocurrir que el tercero no quiera pedir un préstamo al banco, si no que prefiera negociar directamente sus necesidades financieras. Aparecen así dos posibilidades; una es la venta de acciones (o partes de su compañía) en el mercado de valores. Pero en ese caso yo, si deseo invertir, paso a ser dueño de una parte de esa compañía con lo cual el dinero que me sobraba ahora es una inversión de capital propio aunque en otra empresa. Eso sí, es posible que no tenga la posibilidad de decisión sobre las actividades de esa empresa.

La segunda posibilidad son las obligaciones negociables, es decir certificados de deuda que la empresa que necesita financiamiento coloca en el mercado, y a los cuales va a pagar, como en toda operación financiera, un interés.

Pero nos interesa ahora retomar la idea… habíamos dicho que si teníamos el capital podíamos colocarlo en nuestra empresa, y evitarnos de esa manera pagar un costo por él. Pero resulta que tenemos una nueva oportunidad ¿qué nos convendrá? ¿Colocarlo en nuestra empresa y no pagar por él un interés? ¿O prestarlo a otra empresa y cobrar un interés por él?

Sabiendo entonces que existe un mercado de dinero, y teniendo la oportunidad de obtener un ingreso por no utilizar el dinero (o por postergar su utilización) cuando realicemos un emprendimiento tendremos que pensar si el rendimiento de ese negocio será mayor al que obtendríamos prestando ese dinero y sin realizar ninguna actividad por nuestra cuenta.

Y llegamos así al final de esta clase, recordá que esta semana empiezan las tutorías sincrónicas y los temas de esta semana están muy vinculados con el campo “Matemáticas”, por si te interesa profundizarlo. ¡Nos vemos!