La desigualdad, y sobre todo, la
interpretación que la sociedad hace de esa desigualdad producen situaciones de
discriminación porque desconocen los principios básicos de la dignidad humana.
Las prácticas discriminatorias de una sociedad se manifiestan en múltiples
acciones, por ejemplo, hostigar, maltratar y excluir a personas o grupos por
atribuirles características diferentes a las consideradas “normales”. Ese
criterio de “normalidad” es una construcción de la sociedad que no tiene
fundamentos racionales.