Las heces y los organismos muertos no consumidos se convierten en alimento para los descomponedores, quienes los metabolizan y convierten su energía en calor mediante la respiración celular. Así que, la energía no desaparece en realidad, al final todo termina como calor.
En conclusión, los ecosistemas y las redes tróficas son esenciales para la vida en la Tierra. Proporcionan alimentos, agua, aire limpio y otros recursos que son necesarios para la supervivencia humana. También ayudan a regular el clima, limpiar el agua y controlar las plagas.
Nuestras actividades también nos llevan a estar interrelacionados con el entorno natural, con otras personas y con nuestro propio mundo físico, emocional y espiritual.