6. EL PROBLEMA DEL OTRO

6.1. LA MIRADA EXTRAÑADA SOBRE EL OTRO

Lea el siguiente fragmento del diario de Cristóbal Colón, del día 12 de octubre de 1492, donde narra su primer contacto con los habitantes americanos:

Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y del descubrimiento destas Indias: «Yo (dice él) porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello tenían de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de treinta años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesoscasi como sedas de cola de caballo, y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. De ellos se pintan de prieto y ellos son del color de los canarios, ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco y de ellos de colorado y de ellos de lo que hallan. Y de ellos se pintan las caras y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos y de ellos sólo el nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro, sus azagayas son unas varas sin fierro y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura

de grandeza y buenos gestos, bien hechos.

Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos y les hice señas sobre qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venía gente de otras islas que estaban cerca y los querían tomar y se defendían. Y yo creí, creo, que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy pronto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, para dar placer a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a vuestras altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos en esta isla». Todas son palabras del Almirante.

 

Fragmento de Diario, cartas y relaciones, de Cristóbal Colón.