4. VÍNCULOS VIRTUALES (AMPLIANDO CONOCIMIENTO)

Vínculos  virtuales (Ampliando conocimiento)



En la actualidad, no hay dudas de que los vínculos interpersonales y su dinámica han sufrido modificaciones asociadas a los avances de la tecnología y la expansión de las redes sociales, cambiando el paradigma de la comunicación fundamentalmente en los adolescentes y jóvenes.

Estas nuevas formas de vincularse, han dado lugar a la construcción de nuevas subjetividades. Sullivan (1953, 1956) planteó que el sí mismo se desarrolla en un contexto interpersonal, por lo que el autoconocimiento incluye la representación cognitiva de acontecimientos interpersonales. El sujeto experimenta ciertas características personales pertenecientes al sí mismo, a través de las apreciaciones de uno mismo reflejadas por otras personas. Así, las características valoradas por las personas significativas, pasan a personificarse como el sí mismo con valor positivo; y las características que se asocian con un grado moderado de obstáculo, forman parte del sí mismo con valoración negativa.

Para Raad (2004) los vínculos virtuales son aquellas interacciones sociales donde las emociones y sentimientos estarían atravesados por la tecnología formando parte de la construcción de la identidad. Gracias a este devenir tecnológico, la comunicación cara a cara no sería necesaria todo el tiempo, llevando la comunicación al plano virtual.

Al respecto, Almeida (2013) sostiene que la sustitución de una interacción cara a cara por una comunicación mediada por computadores, constituye una dialéctica interactiva de protección y exposición, de visibilidad y ocultación. Por un lado, estamos protegidos por estar removidos físicamente de las actuaciones en línea (como si las pantallas fueran escudos), y por el otro, estamos inmersos en el mayor proscenio del mundo.

Lo interesante de este nuevo contexto, es que son las conexiones entre los perfiles y no los perfiles en sí mismos, las que conforman una red.

En las redes sociales, cada usuario hace su performance o su construcción pública del yo, siendo este perfil “un conjunto de datos de diversa naturaleza, un collage de texto e imágenes que componen un reflejo de sí mismo, pero maleable, cambiante, flexible” (Bernete, 2010:102). Éste es un espacio donde nada se oculta, dado que las conexiones son públicas; y aunque a veces los comentarios o mensajes que se envían intentan ser privados, el espacio es fundamentalmente público. Las características anacrónicas (acceso a la información tiempo después) y sincrónicas (los datos personales persisten durante mucho tiempo) hacen de Internet un espacio que implica una multiplicidad de riesgos, pudiéndose utilizar la información para diversos fines. Lo público juega un papel diferente, se interactúa de una forma que antes no existía aunque esa interacción sea con personas ya conocidas, o bien, se establecen interacciones nuevas que motivan a pesar del peligro que conllevan.

Al construir su identidad en la red, las personas no solo crean perfiles para comunicarse con los demás, sino también para expresar quiénes son, cómo son, qué preferencias y actividades disfrutan, o describir de alguna forma cuáles son las situaciones sociales por las que atraviesan. En este sentido, la función “Me gusta” es una de las funciones que posee Facebook con connotación de aprobación, función utilizada por los usuarios para dar cuenta que una imagen o un artículo les agrada. Podría pensarse entonces, que en esta sociedad donde la imagen de la persona ocupa un papel relevante, las fotos publicadas sobre sí mismos en Facebook u otras redes buscan cierta aprobación o valoración de los demás asociados al número de “Me gusta” recibidos.

A comienzos del 2016, la compañía Facebook, incorporó más funciones para expresar las emociones que pueden desencadenarse a partir de una publicación (“Me enoja”, “Me asombra”, “Me entristece”, “Me encanta” y “Me divierte”) en un intento de ampliar aún más la comunicación de la experiencia subjetiva de los usuarios.

Bauman (2003) aporta una mirada interesante al funcionamiento humano en lo que ha denominado la Modernidad Líquida. En ella, las personas más que transmitir su experiencia y expectativas en términos de relacionarse y relaciones, hablan de conexiones, de conectarse y estar conectado. En las redes, ambas actividades están habilitadas al mismo tiempo, es decir que conectarse y desconectarse son elecciones igualmente legítimas, del mismo estatus y de igual importancia.

Lo cierto e indiscutible, es que los nuevos modos comunicativos y las formas de vincularse han tomado características extraordinarias en relación al esquema comunicacional clásico, abriendo caminos en el estudio del funcionamiento de las nuevas sociedades atravesadas por la vertiginosidad de los avances tecnológicos.