Me presento, soy Noelia Alejandra Monzón, docente de Goya, Ctes. Trabajo hace varios años en Escuela Normal en el nivel secundario. Decidí elegir una cita textual que me ...
Me presento, soy Noelia Alejandra Monzón, docente de Goya, Ctes. Trabajo hace varios años en Escuela Normal en el nivel secundario. Decidí elegir una cita textual que me parece que se vincula directamente con el enfoque de enseñanza de la lengua y la literatura, contenido aquel que se sucede y se desliza como mosaico o platillo multicolor en las aulas de mi escuela, a veces se oscurece y se apaga, pero resucita con el aliento de todos.
En primer lugar, me enfocaré en la siguiente frase: "Aprender a leer es un fuego, cada sílaba que se deletrea es una chispa", Víctor Hugo. Resalto en este pensamiento los verbos: aprender, leer, deletrear y los ordeno desde mi subjetividad: deletrear, leer y aprender. Lo sintetizo en una frase muy personal que enfatizo con polisíndeton: "deletreando y leyendo y aprendiendo". En este transitar que la educación actual argentina vive, nos encontramos apremiados con dos situaciones que, posiblemente en el seno áulico, sean totalmente contrarias. Por un lado, afirmo que, en ese tiempo pedagógico en el que el docente-guía enseña con pasión y vocación a su alumno, le está entregando una herramienta fundamental que lo salvará del caos y, además, la capacidad casi mágica y divina de conocer, surcar y transformar mundos distantes a través de la lectura. Por otro lado, se vive, se experimenta y se siente en las aulas: "frialdad" lo llamo coloquialmente, más formalmente: apatía. ¿Cómo avanzamos cuando el fuego se resiste por permanecer y el frío se agolpa y cae de rodillas rendido y cabizbajo? Nunca pensé siquiera que el frío representara a los chicuelos que aman escuchar historias, leer cuentos que ya sus abuelos les compartían y promocionar novelas, tal vez las no clásicas, que las están devorando con avidez.
Necesitamos ser educadores natos, pero a veces los contextos sociohistóricos menguan esa fuerza, ese fuego y esa pasión.
Necesitamos apertura mental a las propuestas o recorridos que nuestros estudiantes transitan fuera de la escuela y que nos proponen a diario.
Necesitamos dialogar más con nuestros alumnos y sus historias. Nada mejor que empezar primeramente a gestionar emociones, liberar tensiones y fortalecer vínculos para que así, de esta manera, en este clima propicio, decidan por voluntad propia encender la llama que los llevará a disfrutar de la lengua y la literatura.
Gracias por leerme y espero con ansias nutrirme de todas herramientas literarias que ustedes nos brindarán y permitirán multiplicar en los niños el gusto por lo estético.