Me surge problematizar la palabra “triunfar” de la pregunta. ¿Qué es triunfar en educación? Sobre todo si desde la fundamentación se menciona el debate entre desarrollo ...
Me surge problematizar la palabra “triunfar” de la pregunta. ¿Qué es triunfar en educación? Sobre todo si desde la fundamentación se menciona el debate entre desarrollo de capacidades y aprendizaje de conocimientos específicos, que puede dar paso a otro más profundo: enseñar desde las capacidades o desde los contenidos. Desconocía esta discusión, tan actual, que muestra la injerencia del mercado en la educación (aunque siempre se percibe intuitivamente, sobre todo quienes hicimos el secundario en los 90, con la Ley Federal de Educación menemista), que puede caer en apuntar a desarrollar capacidades en desmedro de enseñar contenidos. Me parece muy acertado entonces que se plantee el desarrollar capacidades específicas y ahondar en eso, pero creo la formación debe ser humana, democrática, científica, reflexiva, emancipadora, debe ir más allá de lo práctico, revalorizar el error, y plantear horizontes y alcances que no pueden ser medidos, sobre todo desde mejoramiento de la sociedad. Creo que triunfar es encontrar sentido trascendiendo la experiencia y sacar un aprendizaje vital: no solo transitar algo que otros pensaron y luego reproducirlo formalmente, sino pensarlo uno. Para pensar sí es necesario leer y escribir, pero apropiándose de eso, no solamente replicando técnicas mecánicamente: hay que cuestionar. Por suerte muchos adolescentes saben cuestionar, creo que desde ahí se puede alimentar esa motivación con lecturas escolares. Apuntar a ganar significatividad, a alimentar subjetividades diversas, apelar al ser, al sujeto histórico con posibilidad de cambio y no solo de adaptación. Ayudarlo a tomar consciencia de su situación y reconocer que puede transformarla.
Pasaron más de cuarenta años desde los postulados de Gardner y la sociedad cambió mucho. Simbólicamente, la tecnología de la comunicación da más opciones y autonomía a los estudiantes, y la brecha de desigualdad económica que hace mella en la comunidad se desbordó. Creo que hay que contextualizar las teorías, bajarlas a nuestra realidad. Del sitio del grupo GICEOLEM llamó mucho mi atención el texto de Acciones institucionales y vinculares que favorecen la permanencia escolar de alumnos de sectores socioeconómicos desfavorecidos. Natalia Rosi y Paula Carlino dicen, por ejemplo, sobre la importancia de pensar en contexto: “...cualquier acción pedagógica que quiera impulsarse requiere como punto de partida que los alumnos asistan a la escuela” (p. 258) Toda esa investigación refleja bastante bien muchas de nuestras realidades actuales, y que enseñar, más que una cuestión técnica, es social, política y hasta emocional. Qué y cómo leer tiene mucho que ver con esto, en relación al presente y al futuro inmediato de una nueva etapa de profundización neoliberal.
Posicionarse respecto a las capacidades también depende del año cursado por cada estudiante. En los primeros años las habilidades están a veces peor de lo esperado. Entonces sí es deseable generar dominios generales, pero no es suficiente. Hay que mezclar sistemas generales con sistemas específicos, enriquecer, complementar las posturas. Ser conscientes que cuanto más específico sea lo enseñado, tal vez más se “formatee” la manera de pensar, entonces, dar opciones de libertad creativa. Porque además, uno nunca sabe qué puerta puede usar un estudiante para encontrar su propio dominio. Creo que está bien llevar todo lo lejos posible la enseñanza, pero sin dejar a nadie afuera. No aplicar y recrear sino crear en contexto, ofreciendo vías a quienes quieren profundizar, abrir lugares amplios de discusión. Creo que las inteligencias incluso son únicas en cada estudiante, y que las respuestas seguramente son mucho más complejas. Se deben integrar miradas, probar y analizar, ser flexibles.
Lengua y Literatura, son una ciencia y un arte. A mí me sirve tratar de establecer algún vínculo personal con lo que se enseña, para transmitirlo. Suelo enfocarme en capacidades que potencian la autonomía, como enseñar a escribir textos, pero para esto también se necesitan buenas condiciones laborales, tiempo y cursos no muy numerosos. “No puede obviarse que el desafío de generar condiciones para la inclusión educativa trasciende el plano meramente institucional, y corresponde a un conjunto de políticas sociales (Dabenigno et al., 2010; López, 2006) en las que debe incluirse el financiamiento, la infraestructura, la capacitación de profesores, etc.” dicen sobre esto Rosi y Carlino (p. 359)
Siempre apuntar a que el estudiante piense en lo que aprende, le busque un lado personal y no solo repita los datos o procedimientos: que exista un porqué. Desde mi disciplina se pueden plantear muchos contenidos específicos: revalorizar el enfoque gramatical como sustento del enfoque comunicativo. La lingüística como ciencia. Teoría literaria, la literatura e historia latinoamericana, buscando lo que es significativo, porque alienta a formar hábito, en este caso, de lectura. Ofrecer actividades que generen conciencia social, conciencia de clase, conciencia de género.
Revisando el material, lo que llegué a valorar fue el cap. 1 de La lectura y escritura en las disciplinas, de Natale y Stagnaro: el tema de explicitar un perfil de egresado. Está bueno saber a qué apuntamos y además con qué perfil fuimos y somos formados, ser claramente conscientes de eso, y que guíe el proceso que proponemos a los estudiantes. Por mi parte suelo apuntar más a la transformación frente a conservación desde los saberes, y aunque solemos habitar escuelas secundarias fuertemente conservadoras, creo que hay elementos válidos en todas las teorías y busco transmitir tolerancia, amplitud, diálogo, etc. También en relación a definir un perfil rescato de La formación de Lectores, más allá del campo disciplinar, de Leyva, el capítulo Consideraciones en torno a la construcción de la subjetividad lectora. Todo el desarrollo relación al juego entre objetividad racional y subjetividad actual; cómo la subjetividad se vuelve fundante para entender el mundo. De Lectura y escritura, un problema de todos, de Carlino y Martinez, el capítulo Sexualidad, Género y Derechos, porque narra una experiencia que retoma el género, me parece que es un problema urgente, al que el estado no da respuesta adecuada. Siendo un trabajo con fuerte presencia de mujeres, hasta qué punto solo reproducimos procedimientos y habitamos una práctica que no siempre pensamos ni individual ni colectivamente de una manera consciente, moviéndonos en estructuras que no logramos deconstruir.