La Democracia es
un régimen político, es decir, un
conjunto de reglas que determinan quiénes acceden al poder político, cómo lo
hacen y la manera en que lo ejercen. Por su
etimología, la palabra Democracia significa “gobierno del pueblo” (del griego demos, pueblo, y kratos,
gobierno). Así es posible definir a la democracia, como el régimen político en
el que se accede al gobierno a través de elecciones periódicas y en el
cualquier ciudadano o ciudadana puede ser votado. Los gobernantes, a su vez,
están limitados por las leyes, que deben asegurar el respeto de los derechos de
la ciudadanía. La democracia
expresa la voluntad de la mayoría en el momento de total, pero además es
fundamental el papel de las minorías, porque tienen la función de control y
vigilancia del correcto desempeño de los que fueron elegidos. Esta concepción
de democracia “como reglas del juego
político” se vincula con la forma de gobierno. Pero hay otra mirada, y es
la que la entiende “como una forma de
vida” que permite nuestro mayor desarrollo como ciudadanos, gozando de
derechos y ejerciendo nuestras obligaciones. En la democracia, nuestro rol no
queda reducido solamente al momento de votar, sino que además nos compromete en
nuestra vida cotidiana y con el contexto que nos rodea. La democracia
también es una forma de convivencia. Ser democráticos significa saber y estar
dispuestos a tomar decisiones colectivas con el objetivo del bien común. Las
decisiones son el resultado de los acuerdos, y las diferencias y los conflictos
se tratan por medio del diálogo. Entonces, la democracia es el régimen en el cual los
gobernantes están limitados por la ciudadanía porque son electos por ella, pero
los ciudadanos además cumplen un rol fundamental en la defensa de los
principios y valores del sistema y controlan su buen funcionamiento.