Ahora que ya tenemos claro el
objetivo que buscamos (¿qué queremos averiguar?) y el público potencial (¿a
quién se lo vamos a preguntar?), podemos escoger la herramienta de
investigación que mejor se ajuste a nuestras necesidades. Y, al hacerlo,
valoraremos tanto que cumpla el objetivo de la investigación como el costo de
la misma. Recordá también que existen herramientas digitales para llevarlo a
efecto. No te marees con todos los conceptos que
manejan los expertos en investigación. Al final, todo se reduce a unas pocas
herramientas básicas. Un test es una encuesta. Sea de precio, de satisfacción o
de producto, la metodología a seguir es la misma. Sólo debemos cambiar el
contenido de tus preguntas. Lo mismo sucede con el panel: pueden medir lo que
se compra o lo que se consume, pero la forma de llegar al entrevistado no
varía. ¿Para qué sirve y qué debés valorar en cada una de ellas? Encuestas. Es la
herramienta más compleja y la más cara, pero la mejor para validar una idea de
negocio o el lanzamiento de un nuevo producto. Consiste en investigaciones
capaces de hacerte ‘la foto’ en un momento determinado sobre una idea, un
servicio, un precio, un plan de marketing, un estudio de competencia… Podemos
trabajar con ellas directamente o utilizarlas después de haber valorado fuentes
secundarias. Por ejemplo, un pequeño empresario que quiera montar una clínica
para mayores analiza primero la competencia y luego, con toda esa información,
hace una encuesta y le pregunta directamente al consumidor qué le gustaría tener. ¿Cómo llego a mi potencial cliente? El canal es lo
de menos. Los estudios por teléfono, presenciales o por Internet siguen la
misma metodología, variando únicamente el canal de comunicación con el
encuestado. En internet enviás un mail para ponerte en contacto con el
entrevistado. Las personas son las mismas que te puedas encontrar fuera de la
red. Salvo algún perfil que todavía tiene poca penetración, como pueden ser
personas muy mayores. También cuando la ambición de tu empresa es global, la
búsqueda digital facilita mucho el trabajo. Tené en cuenta, eso sí, que el
canal puede condicionar el resultado. Según algunos expertos, existen temas
delicados, como estudios de opinión o hábitos de comportamiento que tengan que
ver con el género, por ejemplo, donde la fiabilidad es más alta cuando
contestan a través de internet, amparándose en la sensación de anonimato y
privacidad. Además, facilita llegar a perfiles que de otra forma sería
complicado de acceder. El costo. Siempre que sea posible, lo ideal es hacer las encuestas
online, que son las más económicas. El cálculo que ofrecen algunos expertos es
que resulta entre cinco y seis veces más barato que la entrevista personal y
entre dos y tres veces menor que la telefónica. El precio dependerá de la complejidad
y extensión de la encuesta. De la dificultad de encontrar la muestra. Estudios ómnibus. Son encuestas
que se hacen para varias empresas con el objetivo de compartir los gastos. Cada
una incluye las preguntas que quiera realizar y se envían los cuestionarios a
una base de datos. Después, el resultado se proporciona de forma individual a
cada uno, sólo con las respuestas a las preguntas formuladas por cada uno.
Sirven tanto para realizar un estudio de mercado como una encuesta de opinión. Investigaciones en redes sociales. Las
redes te pueden ayudar a investigar a la competencia (ver qué tipo de
promociones hace, qué contenido genera, qué nuevos productos o servicios
lanza.... y cómo los perciben los usuarios). También te servirán para conocer
tendencias de consumo por los comentarios sobre marcas y productos de los
usuarios. Y para detectar oportunidades y amenazas de tus productos o
servicios, ya que los usuarios de redes suelen ser activos compartiendo sus
puntos de vista. En este sentido, las redes se han convertido en el mejor buzón
de quejas y sugerencias posible. Pero no debés olvidar también utilizarlas para
realizar tus propias consultas. En este sentido, su principal ventaja es que te
pueden permitir llegar a un público muy bien segmentado: especialmente si echas
mano de las redes verticales. Podés preguntar directamente opiniones sobre tu
producto, qué cambiarían, qué les gusta... Es exactamente igual que hacer una
encuesta, te proporciona información cualitativa, pero debemos tener en cuenta
que no es representativa, porque no conocemos el sesgo. Me va a servir para
validar determinada idea, pero no puedo validar mi modelo de negocio sólo con
esas opiniones. Reuniones de grupo. Se trata de reunir a un
grupo de entre cinco y ocho personas para que reflexionen sobre un tema
determinado: una nueva idea de negocio, un producto, la imagen de marca, el
precio, etc. Eso sí, debés tener en cuenta que no es una investigación
representativa ni sirve para sacar conclusiones cuantitativas, sino para que me
den ideas sobre lo que estás pensando. Es decir, yo tengo una idea y antes de
pasar a la siguiente fase, hablo con un grupo de gente para que diga si voy por
el buen camino. La investigación cualitativa tiene muchísimas utilidades. Es
una forma muy buena de detectar oportunidades, ayuda a entender a las personas,
sus motivaciones… pero, en opinión de los expertos, es insuficiente para tomar
una decisión definitiva sobre el lanzamiento del negocio. Distinto sería que tu
mercado lo constituyan, por ejemplo, 10 grandes clientes y consigas reunir a 6.
En este caso los resultados sí serían representativos. La selección de las personas es
importante para obtener diferentes puntos de vista. Intenta que sean de
distinto grupo social, edad, sexo, nivel de estudios, etc. Para poder sacar
buenas conclusiones, graba las sesiones y analiza los temas que hayan surgido,
las opiniones expresadas y las respuestas a las ideas de los demás. Con toda
esa información Podés hacerte una idea de si tu proyecto va por buen camino o
no. Observación directa.Es la
mejor forma de conocer el comportamiento del consumidor durante el proceso de
compra, algo que no podrías testar con tanta exactitud a través de un
cuestionario. Para conseguir buenos resultados, debés realizar este análisis
sin entrar en contacto directo con ellos, ya que así vas a obtener una
información más sincera y espontánea que es donde reside su principal interés. Para desarrollarla, primero debés
tener claro qué quieres analizar, a qué consumidores y en qué tipo de
establecimientos. No te limites exclusivamente a anotar la edad de los
consumidores, el sexo, o la tipología de familias que frecuentan el punto de
venta, fíjate sobre todo en los factores que más incidencia tienen en la
decisión de compra, como los momentos de mayores picos, los medios de pago que
utilizan los clientes, qué productos compran más por impulso y cuáles adquieren
de forma racional... También Podés analizar su comportamiento frente a los
precios, si compran marca blanca o enseñas líderes en la categoría que te
interesa, si adquieren promociones o no, qué tipo de nuevos productos llaman
más su atención… En definitiva, se trata de
observar cómo se comportan los consumidores realmente ante un lineal. En lugar
de preguntar, ahora ves obteniendo así datos objetivos como los conseguirías
con la técnica del mystery shopping [qué ocurre en tu negocio cuando tú no
estás], sólo que en lugar de interactuar con otros para recoger la información,
en este caso nos centramos en la observación para analizar comportamientos.
Claro que si tengo una pequeña empresa y quiero saber cómo diseñar mi producto
para una mejor implementación en la distribución, la observación directa puede
ayudar. Entrevista a un experto. Es una
alternativa que no debés descartar como emprendedor, porque te puede dar
información muy fiable. Se trata de contactar con expertos en la materia sobre
el mercado en el que queramos entrar. Por ejemplo, si vas a montar una
zapatería, Podés entrevistar a un fabricante de zapatos para que te ofrezca su
visión sobre el sector.