6. LA PRESUPUESTACIÓN

Sí se piensa que la presupuestación solo es aplicable en el ámbito económico, se comete una gruesa simplificación, pues cualquier actividad en la que el ser humano sea protagonista es susceptible de presupuestación. Se diría que no es más que ordenar los actos futuros.Obsérvese que para un proceso de presupuestación existen, invariablemente, los siguientes ingredientes: un objetivo, los medios para conseguirlo y tiempo - ese copiloto que siempre nos acompaña -.

La tentación de asociar un presupuesto a lo económico - financiero es un sesgo tan generalizado como inexacto. En un sentido amplio, presupuestación se asimila a planificación. Se presupuesta o planifica un camino, una fiesta, un viaje, cocinar una paella, la acción del estado y por cierto, también, la actividad de una empresa.

Planificar es una actividad que exige inteligencia, imaginación, buen manejo del tiempo y el arte de ubicarse dentro de lo posible.

Para esto es necesario darse cuenta con realismo que variables pueden predisponer y cuáles constituyen auténticas restricciones.

Si el objetivo es constituir una vivienda, debe analizarse si los recursos juegan como una limitación, por ejemplo.

si el objetivo de un intendente es por ejemplo la higiene urbana, tendrá que observar cuidadosamente qué variables pueden mover y cuáles son sus limitaciones: recursos financieros, hábitos de la población, posibilidades de difusión, tecnología disponible, recursos humanos, asistencia técnica para nombrar algunas.

Si el director de una industria quiere incrementar las ventas de un año a otro en un 40%, tendrá que analizar no solo si dispondrá del capital de trabajo necesario, sino también si se cuenta con el equipamiento disponible con elencos humanos adecuados y, esencialmente, si el mercado le responderá.

Por todas estas consideraciones se propone la siguiente definición:

PRESUPUESTACIÓN ES LA PREDISPOSICIÓN DE LAS VARIABLES CONTROLABLES CONDUCENTES A UN OBJETIVO.

Obsérvese que todas las reflexiones precedentes están contenidas en esta escueta sentencia.

Y si el objetivo es racional y se ha presupuestado sensatamente, es razonable prever un buen final.

Y bien, centrando ahora la atención en las organizaciones con o sin fin de lucro, es conveniente reconocer que los primeros presupuestos fueron de carácter gubernamental. Desde sus orígenes mismos, el estado necesitó armonizar los recursos con sus erogaciones. Por tal motivo, el sesgo de sus presupuestos fue esencialmente financiero.

Pero cuando las empresas se lanzaron a presupuestar, no fue suficiente un presupuesto meramente financiero, puesto que su objetivo fue precisamente el crecimiento o, dicho de otra manera, el lucro. Se puso en marcha pues un complicado mecanismo y surgió progresivamente la necesidad de pronosticar ventas, presupuestar costos de producción, niveles de existencia tanto de materia prima como de producto terminado y, como consecuencia, emergieron los dos principales productos el plan de ganancias y el presupuesto financiero. Posteriormente con la abundancia de datos que se generaron en un poco de esfuerzo adicional, fue posible construir también el balance proyectado.

PRESUPUESTO E INFLACIÓN

La inflación desalienta directamente la cultura presupuestaria. En efecto, presupuestar exige indagar y concretar una arquitectura futura por lo que, si a ellos se agrega la incertidumbre en el valor adquisitivo de la moneda, las mejores intenciones se desvanecen.

las organizaciones multinacionales donde las técnicas presupuestarias están más arraigadas, obligan a sus subsidiarias a presupuestar en la moneda que corresponde a la casa matriz, generalmente un signo monetario estable.

La presupuestación es un recurso al que también pueden acudir las compañías locales aún en épocas de inflación, para lo cual deben trabajar como si la moneda fuera constante. Para ello deben introducir como variable una tasa de inflación - igual o diferenciada - para cada uno de los periodos que abarque el horizonte de planeamiento.

También se admite diferenciar la variación del poder de compra de la moneda cuando claramente se pueden pronosticar movimientos autónomos de precio para ciertos insumos tales como salarios, tipo de cambio o materias primas básicas.

No debe olvidarse, sin embargo, que la inflación ha sido la gran depredadora de las técnicas de gestión. Ni la contabilidad, ni las técnicas cuantitativas de pronósticos de ventas, ni los análisis de costos pudieron superar la grave perturbación que la inflación ocasionó por lo que, la única solución es bregar incansablemente por la estabilidad monetaria.

CLASIFICACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS

Así, con el correr de los tiempos se fueron ordenando las ideas y fue necesario clasificar los presupuestos.

Primera distinción

              Presupuestos públicos

              Presupuestos de gestión empresarial

Los primeros, con un sesgo esencialmente financiero, también fueron adoptados por las entidades sin fines de lucro.

Los segundos, fueron incorporados como técnicas de gestión y por cierto no se limitaron exclusivamente al aspecto financiero.

Segunda distinción

Presupuestos Financieros

Presupuestos Integrales

A los primeros los adopta el estado y las organizaciones sin fines de lucro. Sin embargo, las organizaciones empresarias se conforman a veces con esta técnica de poco vuelo, en cuyo caso, por regla general, contemplan un limitado horizonte temporal: cuatro semanas, dos meses tres meses.

Los segundos comprenden todos los aspectos de una organización empresarial.

Tercera distinción

Presupuestos recurrentes

Presupuestos no recurrentes

Esta distinción es aplicable, exclusivamente, a la actividad privada. Los primeros son los presupuestos de gestión de corto plazo, generalmente de un año. Los no recurrentes son los “proyectos de inversión” de largo plazo, que luego de ser formulados, si son aprobados se insertan y modifican la presupuestación regular.

PRESUPUESTO POR PROGRAMAS Y BASE CERO

PRESUPUESTO POR PROGRAMAS

Así como la técnica presupuestaria para las empresas abrevó en el sector público, con el tiempo fueron los gobiernos los que incorporaron los avances logrados en el ámbito empresarial. Así nació el denominado “presupuesto por programas” el que esencialmente se basó en la adopción de los siguientes conceptos:

·         Divorciarse de arcaicos métodos que solo se limitaban a discriminar las erogaciones, que tradicionalmente el sector público desagregó por ministerios y, dentro de estos, según fueran gastos en personal u otros gastos. Estos últimos con algún grado de análisis según fueran materiales, contratos, teléfono o franqueo, entre otros.

·          Agrupar los gastos alrededor de un proyecto determinado, Como por ejemplo lucha contra el alfabetismo adulto, vacunación antipoliomelítica o electrificación rural.

·         Determinar costos unitarios, de suerte tal que se pudiera expresar, por ejemplo, lo siguiente: vacunar un niño representa $80.000, alfabetizar un adulto se consigue con un desembolso de $440.000, electrificar una unidad de producción rural $15.000.000 o bien que dictar leyes por el congreso de la nación exige de la comunidad la suma anual de $800.000.000

 Lógicamente, la presupuestación por programas hizo alguna luz en la tiniebla - que caracterizó el manejo de las finanzas públicas - posibilitando un mejor control de gestión.

 

PRESUPUESTO BASE CERO

 

Ríos de tinta se han derramado sobre una idea demasiado simple.

Los presupuestos regulares, especialmente en el área gubernamental se han caracterizado por la rutina y, normalmente, por proponer erogaciones de modo tal que sigan la cifra del año anterior e, incluso, agregar algo más por las dudas.

El presupuesto base cero no es otra cosa que obligar a los responsables a fundamentar las cifras en necesidades concretas y cuantificables, no solo por los incrementos, sino también a partir de la nada - de allí que se lo llame “Cero” -  En otras palabras es patear el tablero de los burócratas, utilizando un simbolismo basado en una conocida expresión popular.

De esta manera, si la biblioteca del Congreso que tiene alrededor de 1.000 empleados solicita sueldos para 1030, no tendría que fundamentar el trabajo de los 30 sino de los 1.030. Se le obligaría, pues, a desplegar datos numéricos como ser espacio ocupado por sala de lectura, número de libros, cantidad de lectores por día, por mencionar algunos. Las sorpresas podrían ser inesperadas si, por ejemplo, la relación entre el espacio y número de agente pusiera al descubierto que solo caben de pie.