1. La construcción del conocimiento científico.
Este tipo de conocimiento se enfoca en el estudio y la explicación de los fenómenos naturales y se basa en evidencias empíricas. Por ejemplo, comprender los principios de la genética y cómo se transmiten los rasgos hereditarios es un ejemplo de conocimiento científico. |
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¿Alguna vez jugaste al juego de “las siete diferencias”? Es un juego de observación muy sencillo, ¿verdad? Como en un gran juego de las diferencias, pero desarrollado en escenarios naturales, los primeros hombres y mujeres comenzaron a notar, a partir de la observación, los cambios que sucedían a su alrededor: temporadas de calor coincidían con la aparición, en árboles frondosos, de frutos exquisitos; y las temporadas de frío eran acompañadas por la sequedad de la tierra y la falta de alimentos. Muchos otros fenómenos ocurrían alrededor de ellos: algunos eran cíclicos, como las estaciones del año o determinados hábitos de los animales; y otros, esporádicos, como los terremotos, las tormentas o los vendavales... Y de todos, prácticamente, dependía su supervivencia. Las dificultades que aparecían cotidianamente generaron necesidades de lo más variadas: no sólo las más básicas, como las de alimento o de abrigo, sino también la de curar enfermedades, por ejemplo, y muchas más. Estas necesidades estimularon la curiosidad que, unida a la observación, constituyó uno de los primeros recursos de los que se valieron los seres humanos. ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? Estos primeros interrogantes son los que convierten un problema en desafío. El momento de hacerse esas preguntas es el primer paso para llegar a una solución. La curiosidad y la capacidad de cuestionar los fenómenos del mundo que nos rodea constituyen, dijimos, comportamientos propios de la naturaleza humana. Desde su aparición sobre la Tierra, el hombre aprendió a observar y a comprender ciertos procesos naturales… |
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