¡Hola!
Bienvenidos a otra semana de actividades juntos. Cualquier
explicación sobre el comienzo de la Guerra Fría debe tener como punto de
partida la Segunda Guerra Mundial. Al acabar la contienda gran parte del
continente europeo se encontraba en ruinas. El primer Ministro Británico
Winston Churchill describió la Europa de la posguerra en una prosa muy gráfica "un montón de escombros, un osario, un
criadero de pestilencia y de odio". Sobre Berlin, Alemania se dijo que
"en ningún lugar se ha dado una
destrucción a semejante escala". El 90% de los edificios de Colonia,
Düsseldorf y Hamburgo y el 70% de los edificios del centro de Viena fueron
destruidos por los bombardeos aliados. En la
posguerra asiática las condiciones eran casi igual de sombrías. Prácticamente
todas las ciudades de Japón habían sufrido los constantes bombardeos
norteamericanos y el 40% de sus zonas urbanas habían sido completamente
destruidas. Tokio, la ciudad más populosa de Japón, fue devastada por las
bombas incendiarias aliadas, que destruyeron más de la mitad de sus edificios.
Hiroshima y Nagasaki conocieron un destino aún más trágico cuando las dos
explosiones atómicas que pusieron fin a la Guerra del Pacífico las arrasaron
totalmente. La
gran oleada de muerte y devastación provocada por la guerra destruyó no sólo
gran parte de Europa y de Asia, sino también el viejo orden internacional. El sistema internacional eurocéntrico
que había dominado el mundo durante quinientos años se había desintegrado
prácticamente de la noche a la mañana. Dos gigantes militares de proporciones
continentales -que ya se calificaban de superpotencias- se habían alzado en su
lugar y trataban de forjar, por separado, un
nuevo orden acorde con sus particulares necesidades y valores. La Unión Soviética (URSS) y Estados Unidos (EEUU), que se apoyaban
en dos alianzas: el bloque oriental
socialista o comunista encabezado por la Unión Soviética junto con los
aliados del Pacto de Varsovia, y el occidental capitalista, respaldado por
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) Se
conformó así un orden mundial bipolar con centros de poder en el hemisferio
norte. El conjunto de países pobres del hemisferio sur, no alineados con estos
bloques, integró el grupo denominado “Tercer Mundo”. Durante
la Guerra Fría, las potencias evitaron
enfrentarse de manera directa en el plano militar. La estrategia de los
bloques consistió en establecer alianzas
político-militares o acuerdos económicos con diferentes países, para
acercarlos a sus respectivas zonas de influencia y lograr una permanente
expansión. En algunos casos, esta estrategia de expansión provocó conflictos
armados (como por ejemplo la guerra de Corea o la guerra de Vietnam), en los
cuales las grandes potencias actuaban como aliadas de los distintos grupos
locales. Estados Unidos y la URSS también compitieron en una carrera
armamentista y espacial, en la que buscaron desarrollar la tecnología más
avanzada destinada a conformar los ejércitos más poderosos y conquistar el
espacio exterior. Con la insaciable demanda de recursos para protegerse de las amenazas
del enemigo, la exacerbación de la intolerancia política e ideológica, el
enfocarse demasiado en posibles amenazas externas descuidando los problemas
internos, la guerra fría deformó en gran medida las sociedades soviética y
norteamericana, distorsionó sus prioridades y dilapidó su riqueza. Otorgó una justificación para la expansión de la influencia
norteamericana, facilitando así su liderazgo mundial. También concedió al
dictador Stalin y a sus sucesores un enemigo externo para justificar el régimen
interno represivo, ayudando a legitimar un gobierno que carecía de legitimidad
y el control del partido comunista sobre la Unión Soviética. Por otra parte,
exacerbó problemas como la pobreza
crónica, la degradación del medio
ambiente, los conflictos étnicos
y la proliferación de las armas de
destrucción masiva.