1. LA GUERRA FRÍA Y MUNDO BIPOLAR

¡Hola! Bienvenidos a otra semana de actividades juntos.

Hoy en la clase 6, trabajaremos sobre dos temas importantes. En primer lugar, abordaremos la Guerra Fría, un periodo clave en la historia del siglo XX, marcado por la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Nos enfocaremos en las principales características de este conflicto y cómo impactó en el mundo.

Además, también recordaremos que el pasado 12 de octubre se conmemoró el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la inclusión, el diálogo intercultural y el respeto hacia los pueblos originarios, en línea con los principios de la Constitución Nacional y los Derechos Humanos.

Para profundizar en este último tema, les dejaremos un video alusivo que nos ayudará a entender mejor la importancia de la diversidad cultural.

¡Comencemos!

 


Cualquier explicación sobre el comienzo de la Guerra Fría debe tener como punto de partida la Segunda Guerra Mundial. Al acabar la contienda gran parte del continente europeo se encontraba en ruinas. El primer Ministro Británico Winston Churchill describió la Europa de la posguerra en una prosa muy gráfica "un montón de escombros, un osario, un criadero de pestilencia y de odio". Sobre Berlin, Alemania se dijo que "en ningún lugar se ha dado una destrucción a semejante escala". El 90% de los edificios de Colonia, Düsseldorf y Hamburgo y el 70% de los edificios del centro de Viena fueron destruidos por los bombardeos aliados.
En la posguerra asiática las condiciones eran casi igual de sombrías. Prácticamente todas las ciudades de Japón habían sufrido los constantes bombardeos norteamericanos y el 40% de sus zonas urbanas habían sido completamente destruidas. Tokio, la ciudad más populosa de Japón, fue devastada por las bombas incendiarias aliadas, que destruyeron más de la mitad de sus edificios. Hiroshima y Nagasaki conocieron un destino aún más trágico cuando las dos explosiones atómicas que pusieron fin a la Guerra del Pacífico las arrasaron totalmente.
La gran oleada de muerte y devastación provocada por la guerra destruyó no sólo gran parte de Europa y de Asia, sino también el viejo orden internacional. El sistema internacional eurocéntrico que había dominado el mundo durante quinientos años se había desintegrado prácticamente de la noche a la mañana. Dos gigantes militares de proporciones continentales -que ya se calificaban de superpotencias- se habían alzado en su lugar y trataban de forjar, por separado, un nuevo orden acorde con sus particulares necesidades y valores. La Unión Soviética (URSS) y Estados Unidos (EEUU), que se apoyaban en dos alianzas: el bloque oriental socialista o comunista encabezado por la Unión Soviética junto con los aliados del Pacto de Varsovia,  y el occidental capitalista, respaldado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
Se conformó así un orden mundial bipolar con centros de poder en el hemisferio norte. El conjunto de países pobres del hemisferio sur, no alineados con estos bloques, integró el grupo denominado “Tercer Mundo”.
Durante la Guerra Fría, las potencias evitaron enfrentarse de manera directa en el plano militar. La estrategia de los bloques consistió en establecer alianzas político-militares o acuerdos económicos con diferentes países, para acercarlos a sus respectivas zonas de influencia y lograr una permanente expansión. En algunos casos, esta estrategia de expansión provocó conflictos armados (como por ejemplo la guerra de Corea o la guerra de Vietnam), en los cuales las grandes potencias actuaban como aliadas de los distintos grupos locales. Estados Unidos y la URSS también compitieron en una carrera armamentista y espacial, en la que buscaron desarrollar la tecnología más avanzada destinada a conformar los ejércitos más poderosos y conquistar el espacio exterior.
Con la insaciable demanda de recursos para protegerse de las amenazas del enemigo, la exacerbación de la intolerancia política e ideológica, el enfocarse demasiado en posibles amenazas externas descuidando los problemas internos, la guerra fría deformó en gran medida las sociedades soviética y norteamericana, distorsionó sus prioridades y dilapidó su riqueza.
Otorgó una justificación para la expansión de la influencia norteamericana, facilitando así su liderazgo mundial. También concedió al dictador Stalin y a sus sucesores un enemigo externo para justificar el régimen interno represivo, ayudando a legitimar un gobierno que carecía de legitimidad y el control del partido comunista sobre la Unión Soviética. Por otra parte, exacerbó problemas como la pobreza crónica, la degradación del medio ambiente, los conflictos étnicos y la proliferación de las armas de destrucción masiva.